Tabla De Neurotransmisores Y Sus Funciones
Norepinefrina (noradrenalina) – La norepinefrina (NE), también conocida como noradrenalina (NAd), es un neurotransmisor excitatorio producido en el tronco encefálico, hipotálamo y glándulas suprarrenales, el cual es liberado al torrente sanguíneo. En el cerebro, la norepinefrina eleva los niveles de alerta y vigilia.

Puntos clave sobre la norepinefrina

Tipo Excitatorio
Sitio de secreción Tronco encefálico, hipotálamo, glándulas suprarrenales
Funciones Incrementa los niveles de alerta y vigilia, estimula numerosos procesos fisiológicos

En el cuerpo la norepinefrina es secretada por la mayoría de los nervios simpáticos postganglionares y actúa estimulando procesos fisiológicos. Por ejemplo, es muy importante en la producción endógena de epinefrina. Se ha observado conexión entre la norepinefrina y desórdenes del estado anímico como ansiedad y depresión, casos en los cuales su concentración es anormalmente baja.

¿Cuáles son los neurotransmisores y sus funciones?

Entendiendo el cerebro: ¿qué hacen los neurotransmisores? Los neurotransmisores son mensajeros químicos que transportan, impulsan y equilibran las señales entre las neuronas y las células diana en todo el cuerpo. Estas últimas pueden estar en glándulas, músculos u otras neuronas.

¿Cuál es el neurotransmisor más importante?

Neurotransmisión – Los potenciales de acción abren los canales axónicos de calcio (Ca) (no representados). El Ca ++ activa la liberación de neurotransmisores (NT) desde las vesículas donde están almacenados. Las moléculas del NT llenan la hendidura sináptica.

Algunas se unen a los receptores postsinápticos e inician una respuesta. Las otras son bombeadas de nuevo hacia el axón para su almacenamiento o su difusión hacia los tejidos vecinos. Un rasgo característico es la independencia entre la cantidad de neurotransmisor presente en la terminación y la actividad nerviosa, y su contenido se mantiene relativamente constante aunque se modifique la captación de los precursores de estas sustancias o el funcionamiento de las enzimas que intervienen en su síntesis o su destrucción.

La estimulación de los receptores presinápticos puede disminuir la síntesis de neurotransmisor, y su bloqueo, incrementarla. La interacción del neurotransmisor con el receptor debe interrumpirse pronto para finalizar la acción continua del neurotransmisor y/o para permitir la activación rápida y repetida de los receptores.

Pueden ser bombeados a gran velocidad de nuevo a las terminaciones nerviosas mediante procesos activos dependientes de ATP (recaptación) para su reciclado o su destrucción. Pueden ser eliminados por enzimas cerca de los receptores. Pueden difundir hacia la zona adyacente y ser eliminados.

Los neurotransmisores captados por las terminaciones nerviosas son reempaquetados en gránulos o vesículas en el axón terminal para proceder a su reutilización. El funcionamiento anormal de estos procesos puede producir una enfermedad clínica. Por ejemplo, se postula que la pérdida de memoria en la enfermedad de Alzheimer implica la insuficiencia del neurotransmisor acetilcolina en las sinapsis, que media la creación de nuevos recuerdos.

Ciertos medicamentos (p. ej., donepezilo, galantamina, rivastigmina) bloquean la enzima acetilcolinesterasa (que degrada la acetilcolina) y, por lo tanto, aumentan la cantidad de acetilcolina en la sinapsis. Como resultado, la función de la memoria puede mejorar. Algunos tipos de neuronas individuales pueden liberar dos o más neurotransmisores diferentes (llamada cotransmisión), por ejemplo, acetilcolina y glutamato.

Los neurotransmisores múltiples pueden actuar en una sola neurona postsináptica o afectar múltiples neuronas postsinápticas. La cotransmisión permite una comunicación intrincada entre las neuronas para controlar diferentes eventos en el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico (SNP).

Los neurotransmisores también pueden facilitar más cambios a largo plazo que implican vías adicionales, como cambios en la actividad de genes y proteínas. Los receptores para los neurotransmisores consisten en complejos proteicos que atraviesan la membrana celular. Su naturaleza determina si una sustancia concreta es excitadora o inhibidora.

Los receptores que son estimulados continuamente por neurotransmisores o fármacos quedan desensibilizados (regulados en menos); si no son activados por su neurotransmisor o están bloqueados de forma crónica por fármacos, se vuelven hipersensibles (regulados en más).

La regulación en menos o en más de los receptores influye fuertemente en el desarrollo de tolerancia y dependencia física. Estos conceptos son particularmente importantes en el trasplante de órganos o tejidos, en el que la denervación priva a los receptores de su neurotransmisor; como resultado, los órganos trasplantados pueden volverse demasiado sensibles a la estimulación nerviosa.

Los síntomas de abstinencia pueden explicarse al menos en parte por un fenómeno de rebote debido a la modificación de la afinidad de los receptores o de su densidad. La mayoría de los neurotransmisores interactúan básicamente con los receptores postsinápticos, pero algunos receptores se localizan en las neuronas presinápticas, lo que proporciona un control delicado sobre la liberación del neurotransmisor.

  1. Una familia de receptores, denominados receptores ionotrópicos (p.
  2. Ej., N -metil- d -glutamato, cinasa-quiscualato, colinérgicos nicotínicos, de glicina y de ácido gamma-aminobutírico ), consiste en canales iónicos que se abren cuando se les une el neurotransmisor, lo que facilita una repuesta muy rápida.

En la otra familia, denominada receptores metabotrópicos (p. ej., receptores serotoninérgicos, alfa- y beta-adrenérgicos y dopaminérgicos), los neurotransmisores interactúan con proteínas G y activan a otra molécula (segundo mensajero como el cAMP) que cataliza una cadena de acontecimientos cuyo resultado es la fosforilación proteica del calcio o su movilización; las respuestas mediadas por un sistema de segundos mensajeros son más lentas y permiten una regulación más delicada de la respuesta rápida de los neurotransmisores ionotrópicos.

Moléculas pequeñas (p. ej., glutamato, ácido gamma-aminobutírico, glicina, adenosina, acetilcolina, serotonina, histamina, noradrenalina) Neuropéptidos (p. ej., endorfinas) Moléculas gaseosas (p. ej., óxido nítrico, monóxido de carbono) Endocannabinoides

Estos aminoácidos (glutamato y aspartato) son los principales neurotransmisores excitadores del SNC. Están presentes en la corteza, el cerebelo y la médula espinal. En las neuronas, la síntesis de óxido nítrico (NO) aumenta en respuesta al glutamato. El exceso de glutamato puede ser tóxico y aumentar el calcio intracelular, los radicales libres y la actividad de proteinasa.

Estos neurotransmisores pueden contribuir a la tolerancia a la terapia con opiáceos y mediar la hiperalgesia. Los receptores de glutamato (estimulados por el glutamato y menos fuertemente por el aspartato) se clasifican como receptores NMDA ( N -metil- d -aspartato) y receptores no NMDA. La fenciclidina (PCP, también conocida como polvo de ángel) y la memantina (utilizada para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer) se unen a receptores de NMDA.

El ácido gamma-aminobutírico (GABA) es el principal neurotrasmisor inhibidor del encéfalo. Es un aminoácido derivado del glutamato, que sufre una descarboxilación por la descarboxilasa de glutamato. Después de la interacción con sus receptores, el GABA es bombeado activamente a las terminaciones nerviosas y es metabolizado.

  • La glicina, parecida al GABA en su acción, está presente sobre todo en las interneuronas (células de Renshaw) de la médula espinal y en los circuitos que relajan los músculos antagonistas.
  • Los receptores de GABA se clasifican como GABAA (activador de los canales del cloruro) y GABAB (potenciador de la formación de cAMP).

Los receptores de tipo GABAA son el punto de acción para diversos fármacos neuroactivos, que incluyen las benzodiazepinas, los barbitúricos, la picrotoxina y el muscimol. El alcohol también se une a los receptores GABA-A. Los receptores de tipo GABA-B son activados por el baclofeno, utilizado para el tratamiento de los espasmos musculares (p.

  • Ej., en la esclerosis múltiple).
  • La serotonina (5-hidroxitriptamina o 5-HT) se sintetiza en los núcleos del rafe y las neuronas de la protuberancia y el tronco encefálico superior.
  • El triptófano es hidroxilado por la triptófano hidroxilasa a 5-hidroxitriptófano y luego descarboxilado a serotonina.
  • Las concentraciones de serotonina están controladas por la captación de triptófano y la monoaminooxidasa (MAO) intraneuronal, que degrada la serotonina.

Finalmente, la serotonina es excretada en la orina como el ácido 5-hidroxiindolacético o 5-HIAA. Los receptores serotoninérgicos (5-HT), de los que hay un mínimo de 15 subtipos, se dividen en 5-HT1 (con 4 subtipos), 5-HT2 y 5-HT3. Sus agonistas selectivos (p.

Ej., sumatriptán) pueden interrumpir las migrañas. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) también se pueden utilizar para tratar varios trastornos de salud mental (p. ej., depresión, ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de estrés postraumático). La acetilcolina es el principal neurotransmisor de las neuronas bulboespinales, las fibras preganglionares autónomas, las fibras colinérgicas (parasimpáticas) posganglionares y muchas neuronas del sistema nervioso central (p.

ej., ganglios basales, corteza motora). Es sintetizada a partir de la colina y la acetilcoenzima A por la colina acetiltransferasa, y su acción es concluida rápidamente a través de la hidrólisis local a colina y acetato por la acetilcolinesterasa. Las concentraciones de acetilcolina están reguladas por la colina acetiltransferasa y por la captación de colina.

Las concentraciones del neurotransmisor están disminuidas en la enfermedad de Alzheimer. Los receptores colinérgicos se clasifican como nicotínicos N1 (en la médula suprarrenal y los ganglios autónomos) o N2 (en el músculo esquelético) o muscarínicos M1 a M5 (ampliamente distribuidos en el sistema nervioso central).

Los de tipo M1 se encuentran en el sistema nervioso autónomo, el estriado, la corteza y el hipocampo; los de tipo M2 se encuentran en el sistema nervioso autónomo, el corazón, el músculo liso intestinal, el tronco del encéfalo y el cerebelo. La dopamina interactúa con los receptores de algunas fibras nerviosas periféricas y de muchas neuronas centrales (p.

  1. Ej., en la sustancia nigra, el mesencéfalo, el área tegmental ventral y el hipotálamo).
  2. El aminoácido tirosina es captado por las neuronas dopaminérgicas y convertido por la tirosina hidroxilasa a 3,4-dihidroxifenilalanina (dopa), que se descarboxila en dopamina por la descarboxilasa de los l -aminoácidos aromáticos.

Después de su liberación e interacción con los receptores, la dopamina experimenta un bombeo activo (recaptación) en la terminación nerviosa. La tirosina hidroxilasa y la MAO (que degrada la dopamina ) regulan las concentraciones de dopamina en las terminaciones nerviosas.

Los receptores dopaminérgicos se dividen en D1 a D5. Los receptores D3 y D4 desempeñan un papel en el control del pensamiento (limitando los síntomas negativos de la esquizofrenia); la activación de los receptores D2 controla el sistema extrapiramidal. Sin embargo, la afinidad por el receptor no predice la respuesta funcional (actividad intrínseca).

Por ejemplo, el ropinirol, que tiene alta afinidad por el receptor D3, presenta una actividad intrínseca a través de la activación de los receptores D2. La noradrenalina es el neurotransmisor de la mayoría de las fibras posganglionares y de muchas neuronas centrales (p.

ej., en el locus caeruleus y el hipotálamo). Su precursor, la tirosina, es convertido a dopamina, que es hidroxilada por la dopamina beta-hidroxilasa a noradrenalina, Después de la liberación y la interacción con los receptores, parte de la noradrenalina se degrada mediante la catecol O -metiltransferasa (COMT) y el resto es captado activamente en la terminación nerviosa, donde es degradado por la MAO.

La tirosina hidroxilasa, la dopamina beta-hidroxilasa y la MAO regulan las concentraciones intraneuronales de nordrenalina, Los receptores adrenérgicos son clasificados como alfa-1 (postsinápticos en el sistema simpático), alfa-2 (presinápticos en el sistema simpático y postsinápticos en el encéfalo), beta-1 (en el corazón) o beta-2 (en otras estructuras con inervación simpática).

Las endorfinas y las encefalinas son opiáceos. Las endorfinas son polipéptidos grandes que activan muchas neuronas centrales (p. ej., en el hipotalamo, la amígdala, el tálamo y el locus caeruleus). El cuerpo celular contiene un polipéptido grande denominado proopiomelanocortina, precursor de las alfa-endorfinas, las beta-endorfinas y las gamma-endorfinas.

La pro-opiomelanocortina es transportada en forma descendente por el axón y escindido en fragmentos; uno es la beta-endorfina, que está presente en las neuronas que se proyectan hacia la sustancia gris periacueductal, las estructuras límbicas y las principales neuronas que contienen catecolaminas en el encéfalo.

  • Después de la liberación y la interacción con los receptores, la beta-endorfina es hidrolizada por las peptidasas.
  • Las encefalinas incluyen la met-encefalina y la leu-encefalina, que son polipéptidos pequeños presentes en muchas neuronas centrales (p.
  • Ej., en el globo pálido, el tálamo, el caudado y la sustancia gris central).

Su precursor, la proencefalina, se forma en el cuerpo celular, luego es degradada por peptidasas en los péptidos activos. Estas sustancias se localizan en la médula espinal, donde modulan las señales para el dolor. Los neurotransmisores de las señales para el dolor en el asta posterior de la médula espinal son el glutamato y la sustancia P.

Las encefalinas reducen la cantidad de neurotransmisor liberado e hiperpolarizan (vuelven más negativa) la membrana postsináptica, lo que disminuye la generación de potenciales de acción y la percepción del dolor a nivel del giro poscentral. Después de la liberación y la interacción con receptores peptidérgicos, las encefalinas son hidrolizadas en péptidos inactivos más pequeños y aminoácidos.

Su inactivación rápida priva a estas sustancias de cualquier utilidad clínica. En su lugar, como analgésicos se emplean moléculas más estables (p. ej., morfina ). Los receptores para endorfina-encefalina (opiáceos) se dividen en mu-1 y mu-2 (que influyen sobre la integración sensitivomotora y la analgesia), delta-1 y delta-2 (que afectan la integración motora, la función cognitiva y la analgesia) y kappa-1, kappa-2 y kappa-3 (que afectan la regulación del equilibrio hidroelectrolítico, la analgesia y el consumo de comida).

  • Los receptores sigma, en la actualidad clasificados fuera de los opiáceos y situados en su mayoría en el hipocampo, se unen a PCP.
  • Los datos más recientes sugieren la presencia de muchos más subtipos de receptores, con sus consecuencias farmacológicas correspondientes.
  • Los componentes del precursor molecular de la proteína receptora pueden reorganizarse durante la síntesis del receptor para producir diversas variantes (p.

ej., 27 variantes de corte y empalme del receptor opiáceo mu). Además, 2 receptores pueden combinarse (dimerizarse) para formar un nuevo receptor. Las dinorfinas son un grupo de 7 péptidos con secuencias similares de aminoácidos. Al contrario de las encefalinas, son opiáceos.

  • La sustancia P, que es un péptido, se encuentra en las neuronas centrales (en la habénula, la sustancia nigra, los ganglios basales, el bulbo raquídeo y el hipotálamo) y presenta una gran concentración en los ganglios de la raíz dorsal.
  • Su liberación es desencadenada por estímulos dolorosos intensos.

Modula la respuesta nerviosa al dolor y el estado de ánimo; modula las náuseas y los vómitos a través de la activación de los receptores NK1A que se localizan en el tronco encefálico. El óxido nítrico (NO) es un gas inestable que interviene en múltiples procesos neuronales.

  1. Es generado a partir de la arginina por la NO sintetasa.
  2. Los neurotransmisores que aumentan el calcio intracelular (p.
  3. Ej., sustancia P, glutamato, acetilcolina) estimulan la síntesis de NO en las neuronas que expresan NO sintetasa.
  4. El NO puede ser un mensajero intracelular; puede difundir fuera de la célula en una segunda neurona y producir respuestas fisiológicas (p.

ej., la potenciación a largo plazo ) o favorecer la neurotoxicidad por glutamato (mediada por el receptor de NMDA) (p. ej., en la enfermedad de Parkinson, el accidente cerebrovascular o la enfermedad de Alzheimer). El NO afecta a otros neurotransmisores (p.

ej., GABA y acetilcolina) al influir sobre la entrada de calcio en las células para aumentar la liberación de otros neurotransmisores. Otros neurotransmisores gaseosos adicionales incluyen monóxido de carbono (CO) y sulfuro de hidrógeno (H2S). Estos transmisores se producen en las células de todo el cuerpo (incluido el cerebro).

El CO endógeno se genera a partir del metabolismo del hemo y puede participar en procesos que implican la generación de fiebre, la inflamación, la supervivencia celular y el control de la dilatación de los vasos sanguíneos. Varias enzimas están involucradas en la producción de H2S, que se cree que es necesaria para que el cerebro forme y retenga recuerdos.

Las sustancias cuyo rol está peor determinado en la neurotransmisión incluyen las siguientes: histamina, vasopresina, péptido intestinal vasoactivo, carnosina, bradicinina, colecistocinina, bombesina, somatostatina, factor liberador de corticotrofina, neurotensina y posiblemente adenosina, Los endocannabinoides son neurotransmisores endógenos a base de lípidos que modulan la función cerebral, endocrina y del sistema inmunitario.

Los trastornos o sustancias que alteran la producción, la liberación, la recepción, la degradación o la recaptación de los neurotransmisores o que modifican el número y la afinidad de los receptores pueden producir síntomas neurológicos o psiquiátricos y causar enfermedad (véase tabla Ejemplos de trastornos asociados a defectos de la neurotransmisión Ejemplos de trastornos asociados a defectos de la neurotransmisión ). Los fármacos que modifican la neurotransmisión pueden aliviar muchos de estos trastornos (p. ej., enfermedad de Parkinson, depresión).

¿Qué neurotransmisores están implicados en la ansiedad?

Las investigaciones en neurobiología con animales, y la respuesta al tratamiento propuesto a los pacientes que manifiestan sufrir de ansiedad, revelan que tres neurotransmisores están implicados en los estados de ansiedad: la noradenalina (NA), la serotonina (5HT) y el ácido Gamma- aminobutílico (GABA):

¿Cuál es el nombre de la hormona de la felicidad?

Serotonina, endorfina, dopamina y oxitocina son las llamadas ‘hormonas de la felicidad’. Cada una funciona de una manera diferente, tanto en hombres como en mujeres y dependiendo de la edad, según la médica psiquiatra Marcela Rizo de la Clínica Imbanaco.

¿Cómo se activa la dopamina?

Cómo aumentar la dopamina de forma natural – Múevete : El ejercicio puede hacer mucho por la salud mental de una persona. Solo hay investigaciones limitadas sobre cómo el ejercicio afecta los niveles de dopamina en el cerebro humano; sin embargo, múltiples estudios en animales indican un aumento después de un entrenamiento.

Además, esos estudios sugieren que es posible que ejercicios para mejorar la dopamina pueden ayudar a los pacientes con afecciones como la enfermedad de Alzheimer, la demencia o aquellos con trastornos por abuso de sustancias. Un estudio en humanos, publicado en 2013, mostró que hacer ejercicio en una cinta rodante conducía a un aumento de los receptores de dopamina entre los pacientes de Parkinson.

Se necesita más investigación para determinar si los regímenes de ejercicio pueden usarse para regular los niveles de dopamina en la población en general. Prueba la meditación, yoga o pilates : la meditación es otra forma natural de aumentar la dopamina.

Estudios anteriores han encontrado que la práctica de la meditación desencadena neurotransmisores que ayudan a regular los trastornos psicológicos, como la ansiedad. Y la ansiedad se ha relacionado con niveles más bajos de dopamina. Por lo tanto, las personas que meditan pueden reducir la ansiedad y posiblemente aumentar sus niveles de dopamina al mismo tiempo.

Un estudio de 2002 que incorporó tomografías por emisión de positrones (PET) mostró una mayor liberación de dopamina en el cerebro durante la meditación yoga nidra, un tipo de meditación que se enfoca en la relajación profunda. Los investigadores también encontraron un probable aumento en los niveles de dopamina de los participantes que hacen pilates; especialmente para las personas que se recuperan de trastornos por uso de sustancias.

Estudios anteriores han demostrado que hacer pilates puede prevenir la depresión, mientras que el ejercicio y la práctica de deportes generalmente aumentan la actividad sináptica del cerebro, incluida la serotonina y la dopamina. Come bien : el consumo de grasas saludables y suficiente proteína juega un papel importante en la regulación de los niveles de dopamina, dice Mullur.

Un estudio de 2018 encontró que los niveles bajos de grasas omega-3 y ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) son un componente importante de la función cerebral. Y, dicho sea de paso, los niveles bajos de grasas omega-3 y PUFA están asociados con la regulación de la dopamina del cerebro.

Muchas verduras Granos integrales como quinua, avena y cebada Grasas saludables como aguacates, aceite de oliva, nueces y mantequillas de nueces Legumbres (frijoles negros, frijoles, lentejas y más)

¿Cuál es el neurotransmisor del amor?

La neurociencia y el amor ¿El amor se puede describir fisiológicamente? ¿Nuestro sistema nervioso cambia al enamorarnos? El amor ha sido uno de los fenómenos más estudiados, y menos comprendidos, por la neurociencia. Sin embargo, gracias a ésta, sabemos que el enamoramiento provoca una importante manifestación de sinapsis neuronales a lo largo de varias estructuras cerebrales.

El amor puede dividirse en tres categorías principales: atracción sexual, amor romántico, y apego. La atracción sexual es alimentada en parte por las hormonas sexuales: estrógeno y testosterona. Al inicio de una relación, el cortisol, hormona del estrés, aumenta. Ese incremento crea la sensación eufórica y las “mariposas” que sentimos en el estómago.

Durante este mismo periodo se ha reportado una disminución en la actividad de la corteza frontal, importante para el razonamiento y el juicio. El amor romántico provoca la liberación de diversos neurotransmisores, entre los que se encuentran la dopamina, norepinefrina y serotonina,

  • Esto nos lleva a relacionarlo con el sistema de recompensa en nuestro cerebro.
  • La dopamina es el principal neurotransmisor implicado en la sensación de enamoramiento.
  • Ésta se produce al interior de las neuronas dopaminérgicas en una zona del tallo cerebral llamada área tegmental ventral y es responsable de producir las “moléculas de la felicidad”,

No obstante, existen otras estructuras también involucradas en el proceso de enamoramiento. Entre las más notables se encuentran el núcleo accumbens, encargado junto con el área tegmental ventral de hacernos sentir placer, prestar atención y mantener la motivación para perseguir y obtener recompensas.

No podemos dejar de mencionar el rol del núcleo caudado, Éste es responsable de la integración sensorial y la generación de movimiento impulsado por las expectativas. De manera similar, los giros del cíngulo y del hipocampo, así como la amígdala y la ínsula, son capaces de regular las emociones y el deseo, ligándose fuertemente con el núcleo caudado y el tálamo.

Finalmente, el apego es esencial para las conexiones familiares y sociales. Este tipo de amor parece ser fomentado por la oxitocina y la vasopresina, La primera está relacionada con el confort proveniente del contacto físico, como los abrazos y la lactancia materna.

Por otra parte, la vasopresina parece contribuir al apego entre hombres. Ambos transmisores nos permiten sentirnos seguros y relajados cuando estamos rodeados de nuestra familia y amigos. La complejidad del amor va más allá de las estructuras y neurotransmisores involucrados en su experiencia. Sin embargo, con la ayuda de la neurociencia podemos acercarnos cada vez más a descifrar un concepto tan abstracto.

Mauricio De la Cruz y Lolbé Castañeda : La neurociencia y el amor

¿Qué enfermedades se producen por el desequilibrio de los neurotransmisores?

Un estudio liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) apunta a que las alteraciones del comportamiento que caracterizan patologías como la depresión, el trastorno bipolar, el autismo, la esquizofrenia y la ansiedad pueden tener un mecanismo común: un exceso en la tasa de liberación del principal neurotransmisor excitatorio del sistema nervioso central, el glutamato.

  • Y que las manifestaciones que caracterizan a cada una de ellas dependerían del área del cerebro afectada por ese desequilibrio.
  • Los resultados del estudio, publicados en la revista Cell Reports, aunque están lejos de su aplicación clínica, ayudarán a comprender mejor patologías para las que hoy no existen opciones terapéuticas, o, cuando las hay, no son efectivas en todas las personas afectadas.

Para mantener una función cerebral adecuada es necesaria una buena regulación del equilibrio entre la transmisión sináptica (comunicación entre las neuronas) excitatoria e inhibitoria, que serían el equivalente al acelerador y el freno del sistema nervioso, explica el director de la investigación, el doctor Juan Lerma, director del grupo de Fisiología Sináptica del Instituto de Neurociencias, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CISC) y la Universidad Miguel Hernández.

  1. Esta regulación tan precisa se logra con la liberación de las dosis adecuadas de neurotransmisores de uno u otro tipo en los puntos de contacto entre las neuronas, las sinapsis.
  2. Cuando ese equilibrio se rompe, aparecen patologías como ansiedad, depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar o del espectro autista.

Alteraciones en el material genético como las duplicaciones pueden dar lugar a la pérdida o ganancia de la función de determinados genes que pueden afectar a ese equilibrio entre los neurotransmisores excitadores e inhibidores por la producción excesiva de proteínas.

Es lo que ocurre con el gen Grik4, esencial para regular la afinidad de un tipo de receptores del neurotransmisor excitador glutamato, como demuestra la investigación del equipo de Lerma. Su grupo ha comprobado que un aumento leve de la dosis del gen Grik4 lleva a un desequilibrio persistente en la actividad excitatoria e inhibitoria que repercute en la adecuada respuesta de la amígdala cerebral, una estructura que procesa emociones como el miedo o la ansiedad.

“Hemos reproducido en modelos de ratón la duplicación de un fragmento del cromosoma 11, que contiene el gen Grik4, que se sabe que ocurre en el autismo, y hemos visto que tiene un efecto en el comportamiento de los ratones semejante al que ocurre en humanos.

Los roedores portadores de esta duplicación muestran signos de depresión, ansiedad y alteraciones de la conducta social características de las personas con trastornos del espectro autista”, explica el doctor Lerma. “Aunque hay que tener cuidado al extrapolar los modelos animales a enfermedades humanas, nuestros resultados destacan que la actividad aberrante persistente dentro de los circuitos cerebrales puede ser la base de los comportamientos disruptivos asociados a la enfermedad mental en humanos”, resalta Lerma.

Con este trabajo, el grupo del profesor Lerma ha demostrado que “cambios mínimos en la intensidad de la transmisión sináptica provocan modificaciones importantes en el comportamiento, cuando tienen lugar en circuitos determinados del cerebro. Estos cambios de comportamiento están relacionados con el procesamiento emocional, si se producen en la amígdala, alterando las respuestas de miedo o ansiedad.

Y si se producen en la corteza prefrontal puede dar lugar a problemas en las relaciones personales o aumento de la agresividad”, detalla el profesor Lerma. Ese desequilibrio que lleva al incremento en la actividad sináptica se produce por un aumento en la afinidad de los receptores presinápticos, cuya consecuencia es una estimulación de la liberación de glutamato, como ha demostrado el equipo de Lerma.

Esto conlleva un cambio en la intensidad de la transmisión sináptica en dos circuitos de la amígdala. Si ocurre en el ansiolítico, se reduce su actividad, y se genera mayor ansiedad. Y si afecta al circuito del miedo, se produce miedo y depresión. “Este cambio en la potencia de la trasmisión sináptica no es desmesurado.

Está en el rango de los que hacen posible la plasticidad necesaria para permitir el aprendizaje y el almacenamiento de recuerdos”, aclara Lerma. Sin embargo, sus efectos si tienen un gran impacto sobre el comportamiento. Finalmente, los investigadores han podido revertir tanto los síntomas funcionales como los comportamentales, corrigiendo la cantidad de proteína al normalizar la dosis génica en los ratones.

Para ello han cruzado el modelo de ratón transgénico que han desarrollado, portando copias extras del gen Grik4, con otro que carece del gen. Sin embargo, aunque estas patologías se han logrado corregir en el laboratorio, aún se está muy lejos de una aplicación clínica, advierte Lerma.

¿Que neurotransmisores se afectan en la depresion?

  • Prevalencia, causas y tratamiento de la depresión Mayor
  • Elsy Arlene Pérez-Padilla 1, Víctor Manuel Cervantes-Ramírez 2, Nayeli Alejandra Hijuelos-García 1, Juan Carlos Pineda-Cortés 2, Humberto Salgado-Burgos 2,
  • 1 Licenciatura en Rehabilitación, Facultad de Medicina, Universidad Autónoma de Yucatán 2 Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi”, Universidad Autónoma de Yucatán
  • Resumen

La depresión mayor representa un problema de salud pública debido a su alta prevalencia. La etiología de la depresión es compleja ya que en ella intervienen factores psicosociales, genéticos, y biológicos. Entre los factores psicosociales, se ha observado que los primeros episodios depresivos aparecen después de algún evento estresante, y el estrés que acompaña al primer episodio produce cambios a largo plazo en la fisiología cerebral que pueden producir variaciones a nivel estructural y en el funcionamiento de diferentes áreas cerebrales.

  1. Entre los factores genéticos que intervienen en el trastorno depresivo, se ha reportado que alrededor de 200 genes están relacionados con el trastorno depresivo mayor.
  2. Dentro de los factores biológicos, existen evidencias de alteraciones a nivel de neurotransmisores, citosinas y hormonas, cuyas acciones inducen modificaciones estructurales y funcionales en el sistema nervioso central, en el sistema inmunológico y en el sistema endocrino, que incrementan el riesgo de padecer la depresión mayor.

A pesar de años de estudio, las bases biológicas del trastorno depresivo mayor y el mecanismo preciso de la eficacia antidepresiva siguen siendo poco claras, El objetivo de la presente revisión es resumir las principales conclusiones de la literatura clínica y experimental en relación con la etiología del trastorno depresivo mayor.

  1. Palabras clave: Depresión mayor, neurotransmisores, neuroplasticidad, serotonina, norepinefrina, sistema inmune.
  2. Abstract
  3. Prevalence, Causes, and Treatment of Major Depression

Major depression represents a public health problem due to its high prevalence. The etiology of major depression is complex because involves psychosocial, genetic, and biological factors. Among psychosocial factors, different studies report that the first depressive episode appear after some stressful event and produces long-term changes in brain physiology.

These long-lasting changes produce variations at the structural level and in the functioning of different brain areas. Among the genetic factors involved in depressive illness, it has been reported that about 200 genes are related to major depressive disorder. Within the biological factors, there is an evidence of alterations in the level of neurotransmitters, cytosine’s and hormones, whose actions induces structural and functional modifications in the central nervous system, the immune system and the endocrine system, which increases the risk of suffering major depression.

Despite years of study, the biological basis of major depression and precise mechanisms of antidepressant efficacy remain unclear. The objective of the present review is to summarize the main conclusions of the clinical and experimental literature regarding to the etiology of major depressive disorder.

  • Ey words: Major depression, neurotransmitters, neuroplasticity, serotonin, norepinephrine, immune system.
  • Introducción La depresión mayor es un trastorno mental que se caracteriza por una tristeza profunda y una pérdida del interés; además de una amplia gama de síntomas emocionales, cognitivos, físicos y del comportamiento (1).

Estos síntomas incluyen el llanto, la irritabilidad, el retraimiento social, la falta de libido, la fatiga y la disminución de la actividad, la pérdida del interés y el disfrute de las actividades en la vida cotidiana, además, de los sentimientos de culpa e inutilidad.

  • 2). También, se encuentran a la baja los sentimientos de autoestima, existe una pérdida de la confianza, sentimientos de impotencia, y en una gran parte de la población que padece la depresión mayor se presenta una ideación suicida, intentos de autolesión o suicidio (1).
  • A nivel mundial, aproximadamente 350 millones de personas, uno de cada diez adultos, sufre de depresión, y aproximadamente 60 % de estos individuos no reciben la ayuda necesaria, a pesar de que el tratamiento disminuye los síntomas en más de 50 % de los casos ( 3),

Según las estimaciones, la prevalencia del trastorno depresivo mayor varía en todo el mundo, desde 3% en Japón hasta 16.9% en los Estados Unidos de América. Para los demás países, el trastorno depresivo tiene una prevalencia que va desde 8 a 12% (4). Este trastorno afecta, aproximadamente, al doble de mujeres con respecto a los hombres (3,5,6).

En México, el panorama es similar y los resultados de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica del año 2005 (7), muestran que, 8.8% de los mexicanos ha presentado, por lo menos, un cuadro depresivo en algún momento de su vida y, 4.8%, lo presentó en el transcurso del año previo a la encuesta, lo que da como resultado una elevada utilización de los servicios de salud y un descenso de la productividad laboral (8).

Para Yucatán, se observa que alrededor de 5% de las mujeres y 2% de los hombres presentan cuadros depresivos (9). Notablemente, la depresión puede llevar al suicidio, una muerte trágica asociada a la pérdida de alrededor de 850.000 vidas cada año. Para México, más de la mitad de los suicidios son consumados por personas con trastornos depresivos ( 10).

  1. Entre los años 2000 y 2013, la tasa de suicidios presentó un incremento, ya que se elevó de 3.5 a 4.9 suicidios por cada 100 mil habitantes.
  2. Las diferencias por sexo son perceptibles, siendo la tasa de mortalidad por esta causa de 8.1 por cada 100 mil hombres y de 1.7 suicidios por cada 100 mil mujeres.

En este estudió se reportó que, en el año 2013, Yucatán obtuvo una tasa de suicidios de 7.3 casos por cada 100 mil habitantes, que lo coloca, según las estadísticas, en los primeros lugares del país, muy por arriba de la media nacional (11). La etiología de la depresión mayor es compleja, puede tener un origen genético, fisiológico u hormonal o ser provocada por condiciones de estrés y / o factores psicológicos y sociales,

  1. Las primeras investigaciones se centraron en las aminas biogénicas (serotonina, norepinefrina y dopamina), en gran parte por el mecanismo de acción de los antidepresivos (12,13).
  2. Posteriormente, se reportó un mayor riesgo para las personas de desarrollar el trastorno depresivo por la interacción de la vulnerabilidad genética con el ambiente ( 14,15),

Adicionalmente, existe evidencia que relaciona el estrés crónico con el trastorno depresivo, lo que ocasiona un deterioro de las neuronas que les impide hacer las adaptaciones apropiadas para el funcionamiento normal del sistema nervioso central ( 16 ),

En cuanto al tratamiento de la depresión mayor, se reporta que, el tratamiento convencional es por medio de medicamentos antidepresivos y de la terapia cognitiva, que demostró ser eficaz en cerca de 60% de los pacientes. Por otra parte, la depresión resistente al tratamiento se produce hasta en 40% de los pacientes ( 17,18),

En esta revisión se abordará, primeramente, la evidencia de que la depresión mayor es una enfermedad crónica y recurrente, Además, se describirá, a nivel estructural y funcional, el impacto que tiene la depresión mayor en los sitios neuro-anatómicos asociados con la regulación del humor y del ánimo.

  • Posteriormente, se describirán los procesos moleculares que han sido implicados en el trastorno depresivo mayor,
  • Así como el papel de los múltiples sistemas de neurotransmisores y su participación en la restauración y la recuperación de la depresión mayor, y en la última sección, se discutirán las estrategias del tratamiento antidepresivo,
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Clasificación de los síndromes depresivos. Las múltiples clasificaciones de los síndromes depresivos, las cuales obedecen a perspectivas muy diferentes, se encuentran plasmadas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) (19), y la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-10) (20), ambas basadas en la clasificación de síntomas que buscan un consenso en aras de una aplicación práctica y de un lenguaje común que permita el trabajo científico entre investigadores y clínicos.

  • El trastorno de depresión mayor suele ser recurrente y, a menudo, el inicio de un episodio depresivo se relaciona con la presencia de acontecimientos o situaciones estresantes (20).
  • Los criterios de diagnóstico para la depresión mayor del manual DMS-V, así como de la CIE-10, suelen concordar en diversos puntos, los cuales se muestran en el cuadro 1,
  • Cuadro 1
  • Los criterios de diagnóstico para la depresión Tomado de la Asociación Americana de Psiquiatría, 2005 (21)
Pr Presencia de 5 o más de los siguientes síntomas, diariamente durante un período de 2 semanas, de los cua les uno de ellos debe ser el 1 o el 2:
  1. Estado de ánimo depresivo o irritable (tristeza profunda).
  2. Disminución del interés en las actividades placenteras y la capacidad de experimentar placer (anhedonia).
  3. Significativo aumento o pérdida de peso (cambio de > 5% en un mes).
  4. Insomnio o hipersomnia.
  5. Agitación o retardo psicomotor.
  6. Fatiga o pérdida de energía.
  7. Sentimientos de inutilidad o de culpa excesiva.
  8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse.
  9. Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio,

Un episodio de depresión mayor se caracteriza por manifestar cinco de los síntomas diariamente o casi todos los días durante al menos 2 semanas. La severidad se considera como leve, moderada o grave, en función del grado de deterioro laboral y social, y no debe estar relacionada con el abuso de sustancias psicoactivas o un trastorno mental orgánico (21).

Anatomía de los circuitos nerviosos que participan en las emociones. La identificación de los circuitos neuronales y sus mecanismos moleculares son fundamentales para comprender la fisiopatología del trastorno depresivo, En este sentido, se han realizado estudios genéticos en humanos y en modelos de roedores con el fin de identificar los circuitos cerebrales involucrados en este trastorno mental.

En el ser humano, el control de las emociones está regulado por el sistema límbico, el cual desencadena respuestas autónomas, endocrinas y del comportamiento ante los retos que comprometen la homeostasis, la supervivencia y la reproducción de un organismo, garantizando que éstos sean almacenados en la memoria para ser recordados durante eventos futuros (22).

El funcionamiento del sistema límbico está regulado por diversas vías nerviosas que liberan transmisores químicos como la noradrenalina (NA), dopamina (DA), la serotonina (5-HT) y la acetilcolina (ACh), entre otros, los cuales interaccionan de una manera compleja para dar origen tanto a las emociones placenteras como a las desagradables (23).

Debido a esto ha sido denominado el “cerebro emocional”. El sistema límbico juega un papel preponderante en las alteraciones de la homeostasia emocional (23). Diversos estudios mostraron fisiológicamente que los pacientes con depresión mayor presentan un mayor flujo sanguíneo y un mayor metabolismo en zonas de la amígdala, la corteza orbital y el t álamo medial, así como una disminución de la actividad en las zonas dorso-medial y dorso-antero lateral de la corteza prefrontal y de la zona ventral anterior de la corteza cingulada (24).

  1. Estas alteraciones comprometen regiones talámicas, y diversos circuitos hipotalámicos, con la participación de la amígdala, la corteza orbital medial, y diversas regiones del estriado (25).
  2. Las últimas investigaciones han permitido observar alteraciones neurobiológicas en pacientes deprimidos, entre los que destacan: cambios estructurales, cambios neuroendocrinos, además de cambios celulares y moleculares.

Las áreas cerebrales que se cree están implicadas con la depresión mayor son la amígdala, la corteza cingulada, la corteza prefrontal y el hipocampo, donde se observa una reducción en el volumen y el grosor de estas áreas (26, 27). La disminución de los volúmenes del hipocampo se ha encontrado en una serie de estudios en seres humanos que fueron expuestos a estrés crónico, y que conduce a la hipótesis de que este último puede inhibir la neurogénesis y retraer los procesos dendríticos que conducen a la pérdida neuronal en el hipocampo.

La mayoría de los hallazgos reportados están de acuerdo con la reducción de los volúmenes del hipocampo en los sujetos depresivos (28-33). Los pacientes con depresión mayor y que presentan una reducción en el volumen del hipocampo son, según los reportes, los menos propensos a remitir después de un tratamiento farmacológico de un año (34).

Resulta interesante que después de un seguimiento de tres años, el mismo grupo de personas con depresión mayor mostró una mayor reducción en el volumen del hipocampo (35). Por otro lado, la reducción del volumen del hipocampo ha sido reportada en niños (36) y en adultos jóvenes con el trastorno depresivo mayor (37, 38).

Hallazgo Área cerebral implicada Referencias
Reducción del volumen de la corteza dorsolateral frontal y reducción de la densidad neuronal. Capas III y IV de la corteza dorsolateral frontal. 33
Reducción de la densidad neuronal. Capas V y VI de la corteza prefrontal. 34
Reducción del volumen y de la densidad neuronal. Capa VI de la corteza cingulada. 35
Reducción del número de interneuronas inmunoreactivas a calbindina. Capa II de la corteza cingulada anterior y en la región CA2 del hipocampo. 36
reducción en el número de células gliales. Corteza prefrontal, corteza cingulada y amígdala. 34, 35, 37 y 38
Reducción de su volumen. Hipocampo. 29-33

Todos estos cambios estructurales y funcionales que ocurren en el trastorno depresivo mayor, se cree son mediados por múltiples procesos moleculares que ocurren durante los episodios depresivos. Sin embargo, para entender un poco del cómo se originan, es necesario dar una mirada a la etiología del trastorno depresivo.

  • Etiología del trastorno depresivo mayor.
  • Hipótesis de las monoaminas en la depresión mayor : Desde hace 5 décadas, el enfoque biológico de la depresión ha sido dominado por la hipótesis de las monoaminas.
  • La hipótesis propone que la depresión es causada por un déficit funcional de los neurotransmisores noradrenalina (NA) y la serotonina (5-HT), en las regiones límbicas (emocionales) del cerebro.

Esta hipótesis se apoyó por el hallazgo de que el tratamiento con reserpina (un fármaco antihipertensivo, que agota las reservas de las monoaminas), causó episodios depresivos en algunos pacientes. La versión básica de esta hipótesis, con respecto al trastorno depresivo, especuló que la depresión se debe a una reducción en la disponibilidad de los neurotransmisores 5-HT y NA, resaltando que los fármacos antidepresivos ejercen su acción terapéutica mediante el aumento de la disponibilidad extracelular de estos neurotransmisores (12, 13, 45, 46, 47 ).

  • Estos sistemas monoaminérgicos se distribuyen ampliamente en toda la red de neuronas del sistema límbico, el estriado y los circuitos neuronales corticales prefrontales, quienes proporcionan las manifestaciones conductuales y viscerales de los trastornos del estado de ánimo.
  • 12, 13, 45, 46, 47 ).
  • Importancia de la Serotonina en la depresión mayor.

La serotonina o 5-hidroxitriptamina (5-HT) es un neurotransmisor sintetizado a partir del aminoácido esencial L-triptófano, que se obtiene de la dieta (48), y que por la acción de la enzima triptófano hidroxilasa (TOH) se transforma primero en 5-hidroxitriptófano (5-HTP) y luego éste, por acción de la 5-HTP descarboxilasa, se transforma en la 5-HT, la cual es almacenada en vesículas presinápticas que se liberaran posteriormente al espacio sináptico.

Una vez que se encuentra en la hendidura sináptica, la serotonina actúa sobre receptores pre y post sinápticos, siendo retirada de este espacio por medio de su recaptura mediante transportadores específicos localizados en la membrana pre sináptica, evitando de esta forma que la neurotransmisión se prolongue indefinidamente (56).

Un gran número de fármacos antidepresivos usados en la actualidad se unen con gran afinidad a este transportador y lo inhiben (inhibidores selectivos de la recaptura de la serotonina, ISRS), prolongando la permanencia de la 5-HT en la hendidura sináptica y por tanto prolongan su efecto en las neuronas blanco (48, 49).

  1. La acción de la 5-HT termina cuando es convertida en el ácido 5-hidroxindolacético (5-HIAA) por acción de la monoaminoxidasa (MAO) mitocondrial (50).
  2. Las acciones de la 5-HT en el cerebro están mediadas por 14 receptores de membrana, agrupados en 7 familias: 5-HT1, 5-HT2, 5-HT3, 5-HT4, 5-HT5, 5-HT6 y 5-HT7.

Diversas funciones cerebrales se ven influenciadas por la 5-HT y sus receptores, incluyendo el sueño, la actividad motora, percepción sensorial, el apetito, el comportamiento sexual, regulación de la temperatura, la nocicepción y la secreción de las hormonas.

  • Notablemente, se ha mostrado que la disminución de los niveles de 5-HT en el cerebro, mediante una dieta pobre en L-triptófano, induce síntomas depresivos tanto en pacientes en remisión durante el tratamiento con ISRS, como en sujetos con predisposición a desarrollar depresión (48, 51).
  • Estos resultados han representado una evidencia sólida de que los ISRS ejercen su efecto terapéutico aumentando la disponibilidad de la 5-HT en las sinapsis y reduciendo los síntomas depresivos (48).

Es por ello que se ha hipotetizado que un aumento en la expresión del transportador de la recaptura de la 5-HT, podría ser un indicativo de una mayor capacidad de reabsorción de la 5-HT en respuesta al estrés o la depresión mayor (52). Además, diversos estudios han relacionado al receptor 5-HT1A serotoninérgico con el trastorno depresivo mayor.

  • Los resultados por la técnica de tomografía de emisión de positrones (PET) sugieren una reducción del receptor 5-HT1A en personas con depresión mayor (53-55).
  • Estudios post-mortem proporcionan pruebas adicionales de la reducción en la expresión del receptor 5-HT1A en la corteza prefrontal ventrolateral, la corteza temporal (56) y en el hipocampo (57), áreas implicadas en los trastornos del ánimo.

Papel de la noradrenalina en la depresión mayor, A lo largo de los años, se ha sugerido una disminución en la liberación de la noradrenalina (NA) en personas deprimidas, que indica una alteración en el sistema noradrenérgico en la fisiología de los trastornos afectivos.

La NA es un neurotransmisor sintetizado a partir del aminoácido esencial L-tirosina; la primera reacción es catalizada por la tirosina-hidroxilasa (TH), la cual da origen a la L-hidroxifenilalanina (L-DOPA); esta última experimenta una descarboxilación catalizada por la descarboxilasa de la L-DOPA que utiliza como cofactor el fosfato de piridoxal (vitamina B6), dando lugar a la dopamina (DA).

Finalmente, la DA es convertida en la NA por la acción de la enzima dopamina-β-hidroxilasa. Posteriormente es almacenada en vesículas sinápticas a través del trasportador monoaminérgico vesicular (TMAV). Para llevar a cabo sus funciones, la NA debe ser liberada de las vesículas sinápticas mediante exocitosis y sus reacciones terminan cuando es recapturada por el trasportador específico localizado en la membrana pre sináptica (58).

Muchos fármacos antidepresivos se unen con gran afinidad a este trasportador y lo inhiben, prolongando la permanencia de la NA en la hendidura sináptica y su efecto en sus neuronas blanco (59). El destino final de la NA es la degradación metabólica catalizada por la MAO o la catecol-O-metil transferasa (COMT).

Los fármacos que inhiben a estas enzimas también tienen una acción antidepresiva ya que aumentan la disponibilidad de la NA en las sinapsis (60). Las neuronas noradrenérgicas que inervan el cerebro se encuentran localizadas en el locus coeruleus, situado en el piso del cuarto ventrículo y en el área tegmental lateral, desde donde proyectan sus axones al tálamo, la amígdala, el hipocampo, el hipotálamo, y la corteza cerebral (61).

La NA es un neurotransmisor que se ha relacionado con la motivación, el estado de alerta-vigilia, el nivel de conciencia, la percepción de los impulsos sensitivos, la regulación del sueño, el apetito, la conducta sexual, la neuromodulación de los mecanismos de recompensa, el aprendizaje y la memoria (61), funciones que con frecuencia se encuentran alteradas en el paciente deprimido (58).

Estudios con antidepresivos tricíclicos, que inhiben la recaptación de monoaminas en la membrana presináptica, y los fármacos inhibidores de la enzima monoaminoxidasa (IMAO) que degrada e inactiva a la 5-HT y a la NA, contribuyeron a reforzar la hipótesis de que la depresión se produce como resultado de una deficiencia en la transmisión de la 5-HT y la NA (5,25,60,62,63).

Sin embargo, existe un consenso creciente de investigaciones, que sugieren que las alteraciones en la transmisión serotoninérgica y adrenérgica son insuficientes para explicar la etiología de los trastornos depresivos (64,65), y que posiblemente los antidepresivos actualmente utilizados en la clínica, modulan otros sistemas neuroquímicos que tienen un papel fundamental en el entendimiento de la depresión mayor (64 65).

En años y décadas posteriores, la hipótesis de las monoaminas, registró varias modificaciones en el intento de resolver sus contradicciones inherentes. La principal es la discrepancia temporal entre los efectos inmediatos de los fármacos antidepresivos (minutos, horas) y sus efectos terapéuticos (varias semanas) (65-67).

  • A pesar de sus inconvenientes, la hipótesis de la monoaminas ha seguido proporcionando el marco teórico predominante para la comprensión de la depresión y ha proporcionado múltiples evidencias para el desarrollo de nuevos tipos de antidepresivos.
  • Hipótesis del estrés crónico en la depresión.
  • Una hipótesis más reciente, sugiere que los trastornos depresivos representan modificaciones en el sistema nervioso central en respuesta a niveles crónicos de estrés.

Está teoría se encuentra respaldada por una gran cantidad de evidencias epidemiológicas que demuestran que el estrés es un importante factor de vulnerabilidad para los trastornos del estado de ánimo (68-70). Esta evidencia incluye la alteración de la función del eje HPA en los pacientes con depresión mayor (71,72), polimorfismos en diferentes genes que están asociados con trastornos del estado de ánimo (73), así como datos obtenidos en experimentos con roedores, que muestran que la administración de hormonas relacionadas con el estrés, pueden producir conductas similares a los síntomas observados en la depresión mayor, y que se invierten por el tratamiento con fármacos antidepresivos (74, 75).

  1. La hipótesis del estrés pone de manifiesto que los trastornos depresivos son causados por alteraciones de las funciones tróficas que impiden la función adecuada de las neuronas y producen una alteración de la plasticidad neuronal (25, 76,77).
  2. Cada evento estresante que experimentamos puede tener impactos importantes y duraderos en nuestro cerebro, alterando su estructura y función.

En este sentido, el estrés sostenido (crónico), se ha asumido como desencadenador de graves consecuencias cognitivas, lo cual puede propiciar en una serie de trastornos psiquiátricos como el estrés postraumático y la depresión mayor ( 78 ). A lo largo de los años, se ha estudiado el impacto del estrés agudo y crónico en la estructura y función del sistema nervioso central.

En un estudio se encontró que el estrés en la edad temprana bajo condiciones de maltrato o abuso, ocasionó una disfunción del eje HPA durante la niñez y la adolescencia, incrementando el riesgo de desarrollar la depresión mayor en edades adultas ( 16 ). Es interesante que, en algunos individuos, la exposición a ciertas formas de estrés excesivo induce una interacción patológica entre el sistema nervioso central, el sistema inmune innato y el eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA) que desencadenan el proceso depresivo.

En apoyo de esta teoría, se ha observado que muchos pacientes con cáncer o con hepatitis C y que reciben inmunoterapia, desarrollan síntomas de depresión (79,80). También se ha reportado consistentemente que el nivel de cortisol se encuentra elevado en las personas deprimidas ( 81 ).

De hecho, la falta de inhibición sobre la hormona liberadora de corticotropina (CRH ), provenientes de las neuronas parvocelulares en el núcleo paraventricular del hipotálamo, es la causa inmediata de las elevaciones de cortisol ( 82 ), Además, se ha observado en pacientes con depresión mayor que la administración de dexametasona produce una disminución de la concentración del cortisol en las regiones de la corteza prefrontal e hipocampo (83).

Otros estudios encontraron que el tratamiento antidepresivo dio como resultado una disminución de los niveles de cortisol y un retorno a la función normal del eje HPA (84,85). Recientemente, en un estudio realizado en ratones, se observó que después de someterlos a un periodo de estrés de 40 minutos (donde recibían descargas eléctricas), se incrementó la concentración extracelular de la hormona del estrés (corticosterona), la cual incrementó los niveles del neurotransmisor glutamato en la corteza prefrontal (PFC).

Debido a que el glutamato es un neurotransmisor excitador, esto causó un incremento en la excitabilidad de las neuronas de la PFC. Interesantemente, después de 24 horas los investigadores notaron que una gran cantidad de las neuronas de la PFC experimentaron daños. Específicamente, las dendritas de estas neuronas sufrieron atrofia (una reducción en tamaño y con pérdida de espinas dendríticas donde se realizan las sinapsis con otras neuronas) y muerte celular ( 86 ).

En otros estudios se han reportado los mismos efectos del estrés crónico en el hipocampo, corteza cingulada, entre otras áreas ( 87-89 ). La hiperactividad del eje HPA se ha asociado con diversos trastornos neuropsiquiátricos debido a sus efectos negativos sobre el sistema nervioso central, en especial, promueve la atrofia de las proyecciones dendríticas neuronales, disminuye la neurogénesis y la neuroplasticidad, así como incrementa la muerte neuronal (71,90,91).

En consecuencia, una amplia gama de funciones cognitivas puede ser alterada por la disfunción del eje HPA, al incrementarse la liberación de la hormona adrenocorticotrópica (ACTH), produciendo un exceso de glucocorticoides (GR) y una híper-activación de sus receptores. Notablemente, los estudios epidemiológicos y clínicos muestran que las alteraciones en la función del eje HPA se han asociado con cambios biológicos que ocurren en la depresión mayor (92,93).

Un estudio de meta-análisis mostró una asociación significativa entre la hiperactividad del eje HPA y la presencia de depresión melancólica, acción mediada por elevados niveles del cortisol ( 94). Por otro lado, Owens y cols. (2014, 95 ), mediante un estudio longitudinal en adolescentes con síntomas depresivos encontraron niveles altos de cortisol en saliva.

Además, Waters y cols (2015, 96 ) mencionan que la hormona liberadora de corticotropinas (CRH) se asoci ó con el aumento de los síntomas depresivos de anhedonia y la regulación del apetito. Como se mencionó anteriormente, la activación del eje HPA, producto del estrés, produce cambios estructurales en el hipocampo y otras regiones cerebrales por acción del cortisol y los glucocorticoides, los cuales favorecen la atrofia neuronal y reducen la neurogénesis en las diferentes regiones del sistema nervioso central en respuesta al estrés.

El estrés a su vez afecta la expresión y la liberación de neurotrofinas como el BDNF y NGF, que juegan un papel clave en la plasticidad neuronal, la neurogénesis, la formación de espinas dendríticas y en el nacimiento de nuevas sinapsis (97-99 ). Tanto el estrés agudo como el crónico desencadenan la disminución en la liberación del BDNF en el hipocampo, lo que se traduce en una reducción de la neurogénesis y en la atrofia neuronal (100).

Hipótesis Neurotrófica de la depresión mayor. Las neurotrofinas como el factor de crecimiento nervioso (NGF) y el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), son proteínas que influencian los procesos de neurogénesis y la plasticidad neuronal tanto en el sistema nervioso central como en el sistema nervioso periférico (101 ).

Diversos estudios reportan la formación anormal de las sinapsis y una interrupción de la neurogénesis en pacientes deprimidos. Por lo que se cree que la reducción en los niveles de estas neurotrofinas (NGF y BDNF), afectan las funciones de las áreas cerebrales límbicas que participan en el control del ánimo y en las funciones cognitivas ( 102-104 ).

  • Notablemente, se han reportado reducciones en los niveles de BDNF en regiones corticales de pacientes con depresión y en personas que llevaron a cabo el suicidio ( 105 ).
  • Algunas investigaciones encontraron una recuperación en los niveles de BDNF en los pacientes que respondieron a un tratamiento antidepresivo ( 106-109 ).

En adición, algunas investigaciones muestran que, en modelos animales de depresión, la aplicación del BDNF mejora el funcionamiento y el crecimiento de las neuronas serotoninérgicas produciendo respuestas antidepresivas (97, 110, 111). Esto ha permitido de cierta manera, formular la hipótesis neurotrófica de la depresión.

  1. Hipótesis pro-inflamatoria de la depresión.
  2. Durante las dos últimas décadas se han publicado numerosas observaciones con la relación entre las citosinas pro-inflamatorias y los estados del ánimo (112-114 ).
  3. Esta hipótesis se basa en los efectos depresivos que producen las terapias inmunológicas (interferón alfa e interleucina-2) en pacientes que padecen hepatitis B o C, VIH-SIDA y cáncer ( 115 ).

Además, de las investigaciones que analizan los niveles de citosinas en el plasma sanguíneo de pacientes deprimidos y de estudios que muestran una reducción en los niveles de las citosinas pro-inflamatorias en respuesta a los diferentes tratamientos antidepresivos (79,113-117 ).

Estos hallazgos se encuentran respaldados por estudios con técnicas de neuroimagen y modelos experimentales en animales, que muestran que las citosinas pre-inflamatorias producen alteraciones en la neuroplasticidad, causando la atrofia y la muerte neuronal, y que, en última instancia, favorecen las manifestaciones depresivas incluyendo, la anhedonia, la fatiga, el apetito y el retraso psicomotor (118,119 ).

Las citosinas pro-inflamatorias ejercen su efecto depresivo al incrementar la activación del factor liberador de corticotropinas (CRF), acción que causa la hiperactividad del eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA), con un aumento en los niveles de glucocorticoides (120,121).

Los glucocorticoides poseen receptores en las células serotoninérgicas que incrementan la recaptura de la 5-HT y alteran la función de este sistema (121,122). Por otro lado, la interleucina-6 (IL-6) se ha asociado con trastornos del sueño en pacientes deprimidos (123 ), o mediante una asociación entre el aumento de las citosinas IL-6 y el TNF- α con la depresión atípica ( 124 ).

Además, de niveles altos de IL-6 en personas que padecen depresi ón mayor ( 125 ). Por otro lado, se ha reportado que los efectos de los tratamientos antidepresivos se asocian con una disminución de las citosinas pro-inflamatorias (126 ), y con una reducción en los niveles de TNF- α después del tratamiento antidepresivo ( 127, 128 ).

  1. Del mismo modo, Hannestad y cols.
  2. 129 ) reportaron una disminución en los niveles de IL-1b después del tratamiento antidepresivo.
  3. Hipótesis del déficit de GABA en la depresión mayor.
  4. La evidencia más fuerte que implica al sistema GABAérgico en los trastornos depresivos se basa en la reducción de los niveles de GABA en el plasma sanguíneo ( 130-132 ) y en el fluido cerebroespinal ( 133 ) o en el tejido cortical de los pacientes deprimidos ( 134 ).

Aunque los resultados iniciales fueron controversiales ( 135 ) o carecían de significación estadística ( 136 ), las evaluaciones más recientes de los déficits de GABA en el cerebro, utilizando la técnica de espectroscopia de resonancia magnética muestran reducciones dramáticas del neurotransmisor GABA en la corteza occipital ( 137,138 ), pero aún más, existen reducciones significativas en la concentración de GABA en la corteza cingulada anterior y dorsomedial / dorsolateral de la corteza prefrontal ( 139,140 ) de los pacientes con el trastorno de depresión mayor.

Este fenotipo neuroquímico es consistente con una pérdida selectiva de las interneuronas GABAérgicas positivas a la calbindina observados en la corteza prefrontal dorsal de los pacientes deprimidos ( 141 ). Curiosamente, los déficits de GABA son más pronunciados en los subtipos de personas melancólicas y resistentes al tratamiento de la depresión (-50%) ( 134,137 ), mientras que las reducciones en los pacientes deprimidos que no cumplen con los criterios de la melancolía ( 137,142 ) son menos graves (-20%).

Hipótesis del glutamato en la depresión. Un gran número de estudios clínicos sugieren que la fisiopatología de la depresión se asocia con una exacerbación del sistema glutamatérgico ( 143-145 ). Además, de cambios morfológicos y citoarquitecturales en un gran número de áreas del cerebro que median comportamientos cognitivos y emocionales.

  • Al mismo tiempo, una gran cantidad de datos obtenidos en modelos animales muestran que los diferentes tipos de estrés ambiental mejoran la liberación del neurotransmisor glutamato en las áreas límbicas y corticales.
  • Además, de ejercer sus efectos en la remodelación de las espinas y los trocos dendríticos de las neuronas, causando la reducción de las sinapsis y posiblemente reducciones volumétricas que se asemejan a las observadas en los pacientes deprimidos ( 146, 147 ).

Debido a que una gran mayoría de las neuronas y de sus sinapsis en estas áreas cerebrales usan el glutamato como su neurotransmisor, se debe reconocer que este sistema (glutamatérgico) es un mediador primario de la patología depresiva y, potencialmente, también una vía final común para la acción terapéutica de los agentes antidepresivos ( 148 ).

La evidencia convincente de estos estudios clínicos sugiere que la transmisión de glutamato es anormalmente regulada en las áreas límbicas y corticales en el cerebro de los individuos deprimidos ( 149 ). Por otra parte, el aumento de la evidencia sugiere que cambios en la señalización glutamatérgica se asocian con cambios de una mala adaptación en la estructura y función de los circuitos excitadores, por ejemplo, existen reportes de cambios volumétricos medidos por histopatología post mortem y por la resonancia magnética (RM) ( 143, 150, 151 ).

Al mismo tiempo, una gran cantidad de datos en modelos animales sometidos al estrés, han mostrado que los diferentes tipos de estrés ambiental mejoran la liberación de glutamato, inducen una reducción en el número de células gliales, y alteran la transmisión sináptica en áreas límbicas y corticales ( 152 ).

El estrés también induce efectos poderosos sobre la estructura y morfología en el cerebro de roedores, estos cambios incluyen una remodelación dendrítica, reducciones de las sinapsis, la pérdida de la glía, y posiblemente reducciones volumétricas que se asemejan a las observadas en los pacientes deprimidos ( 146,147,152-154 ).

Como un corolario adicional, y como lo demuestran varios estudios, es que la mala adaptación de la plasticidad cerebral por el incremento del glutamato en modelos animales, al menos en parte, puede ser revertida por los tratamientos terapéuticos, incluyendo los tratamientos antidepresivos ( 155,156 ).

Las raíces de la “hipótesis de glutamato” se remontan a la década de 1990, cuando los primeros resultados mostraron que antagonistas de los receptores de NMDA poseen una acción antidepresiva ( 143 ). Uno de estos fármacos, la ketamina, se ha demostrado que reduce rápida y radicalmente los síntomas de la depresión.

No obstante, posee efectos adversos, incluyendo síntomas psicóticos y adicción ( 133,148 ). Debido a que la ketamina actúa bloqueando un tipo de receptor gluatamatérgico conocido como NMDA, los científicos centraron sus esfuerzos para dilucidar las propiedades antidepresivas de este fármaco.

Al hacerlo, esperaban desarrollar nuevos tratamientos que pudieran aliviar la depresión sin producir las distorsiones mentales por las cuales es famosa la ketamina. Interesantemente, este equipo de científicos aisló un solo compuesto que se produce cuando el organismo metaboliza la ketamina, el 2R-6R–HNK, que, al parecer, es responsable de tener el efecto antidepresivo y que no produce ningún efecto secundario indeseable.

Sorprendentemente, este metabolito no bloquea a los receptores NMDA sino que activa a los receptores de glutamato de tipo AMPA y a diferencia de la ketamina, no es una sustancia adictiva ( 148 ). Factores genéticos en el trastorno de depresión mayor. En fechas más recientes se ha propuesto que la depresión tiene su origen en la interacción de factores genéticos y ambientales que desencadenan alteraciones en la liberación de las monoaminas (157).

Estudios de meta-análisis reportan que las investigaciones realizadas en familiares de pacientes que padecen depresión mayor produjo una odd ratio estimada en 2.84, sugiriendo un mayor riesgo de depresión mayor en parientes de primer grado (158). Notablemente, en dos estudios se reportó que la depresión mayor hereditaria, afecta más a mujeres que a hombres, 40% en mujeres versus 30% en hombres (159), y un 42% en mujeres versus 29% en hombres (160).

En adición a estos resultados, los mismos autores reportan asociaciones entre la depresión mayor y aspectos genéticos relacionados al sexo, arrojando correlaciones de +0.63 y +0.55, respectivamente (159,160). Por otro lado, hasta la fecha se han reportado casi 200 genes involucrados con el trastorno depresivo mayor (161-163).

De todos los genes asociados, siete se reportan con mayor significancia: 5HTTP / SLC6A4, APOE, DRD4, GNB3, HTR1A, MTHFR, y SLC6A3. La identificación de cada uno de estos genes asociados a la depresión mayor ha sido complicada debido a una influencia poligénica, con interacciones entre variantes genéticas y las exposiciones ambientales (163,164).

Sin embargo, existen reportes de algunos genes relacionados con la afectación del volumen de áreas cerebrales como el hipocampo y en pacientes con depresión mayor y que incluyen: el gen de la COMT (165), el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) (166) y el receptor de glucocorticoides (NR3C1) (167).

Por otro lado, las mutaciones en las regiones genéticas implicadas en la función anómala del eje HPA (como el alelo FKBP5) también se han asociado con un mayor riesgo de depresión y se asocian de forma similar, con concentraciones anormales de cortisol y de la hormona ACTH en el plasma (168,169). Adicionalmente, se ha reportado que los patrones de metilación en el ADN que codifica para el BDNF, se han asociado con la severidad de la depresión y la presencia de ideación suicida ( 170-172 ).

También se ha reportado que un polimorfismo promotor de inserción/deleción (5-HTTLPR) del gen que codifica para el transportador de la recaptura de la serotonina (SLC6A4), se encuentra relacionado con la ansiedad (173) y con la resiliencia a la adversidad (174).

  1. Tratamiento del trastorno depresivo mayor.
  2. Los trastornos del estado de ánimo afectan a una gran proporción de la población y una pregunta importante es la de ¿ cómo tratar con eficacia estos trastornos? Medicamentos estabilizadores del estado de ánimo son los tratamientos farmacológicos más recetados para el trastorno depresivo en el mundo.

Los antidepresivos suelen tomar varias semanas antes de que sus beneficios terapéuticos tengan efecto, y estudios recientes han dado esperanza a la posibilidad de una nueva generación de agentes antidepresivos de acción rápida y más eficaz que puede resultar beneficiosa para el tratamiento de los trastornos del ánimo.

  • En esta sección se revisa lo que se conoce actualmente sobre su mecanismo de acción.
  • Desde principios de la década de los 60´s, los antidepresivos tricíclicos representaron el tratamiento farmacológico para la depresión mayor.
  • Estos antidepresivos, en general han sido considerados como un grupo homogéneo de fármacos, que difieren principalmente en su potencia para inhibir la recaptura de la 5-HT y de la NA.

Su eficacia en el tratamiento de la depresi ón mayor está bien establecida. Sin embargo, estos antidepresivos presentan efectos adversos, los cuales pueden aparecer al inicio del tratamiento o tras aumentar la dosis de su administración. Muchos de estos efectos aparecen antes de alcanzar el efecto antidepresivo.

Estos medicamentos se pueden dividir en dos clases principales, por un lado, la imipramina y la amitriptilina, que son fármacos duales inhibidores de la recaptura de la 5-HT y la NA, y que tienen una alta carga de efectos secundarios anticolinérgicos. Por otro lado, la nortriptilina y la desipramina, son más selectivos en el bloqueo de la recaptura de la NA.

Los antidepresivos tricíclicos inducen efectos anticolinérgicos, efectos secundarios cardíacos que están relacionados con su acción sobre los receptores muscarínicos (M1), y efectos anti-histaminérgicos a través de los receptores de la histamina (H1) ( 175 ) ( Cuadro 3 ).

  • Otro tipo de fármacos son los inhibidores de la MAO han sido efectivos en producir una mejoría de los pacientes con depresión mayor.
  • Su efecto consiste en aumentar la función de los sistemas monoaminérgicos (5-HT y NA).
  • Sin embargo, su efecto es lento y puede observarse después de varias semanas de administración ( 176 ).

Para las décadas de los 80´s y 90´s se produjo el desarrollo de nuevos fármacos que producían un menor número de efectos adversos y que se basaron en inhibir la recaptura de la 5-HT y de la NA, con la finalidad de obtener una respuesta terapéutica más rápida, los inhibidores selectivos de la recaptura de la 5-HT (ISRS) y la NA (ISRN), respectivamente ( cuadro 3) (146, 177 ).

  • Entre los ISRS, se encuentran el citalopram, la sertralina y la fluoxetina, los cuales han reemplazado a los fármacos antidepresivos tricíclicos porque tienen menos efectos adversos.
  • Por otro lado, la reboxetina, fue el primer fármaco de los ISRN utilizado en el tratamiento de la depresión ( 178 ).
  • Actúa principalmente uniéndose al transportador de la NA bloqueando su recaptación ( 179 ).

Diversos estudios muestran que la reboxetina tiene una eficacia superior al uso de placebo y una similar eficacia a la de otros antidepresivos ( 178-180 ). Sin embargo, la relevancia clínica de este fármaco ha sido cuestionada por sus efectos colaterales y porque es el fármaco con más altas tasas de abandono ( 181 ).

  1. En adición, existen fármacos inhibidores selectivos de la recaptación dual de la 5-HT y de la NA.
  2. Uno de ellos es la venlafaxina, que posee menos efectos indeseables durante su administración y con efectos más rápidos en su acción terapéutica.
  3. Además, de una mayor tasa de remisión en comparación de los ISRS ( 182,183 ).

Al contrario de los ISRS y ISRN, otro grupo de fármacos han sido empleados para el trastorno de depresión mayor, los antipsicóticos atípicos, los cuales aumentan la recaptura selectiva de la 5-HT y de la NA ( 184 ). Entre ellos se encuentran la quetiapina, olanzapina, risperidona.

Tianeptina y la ziprasidona, que han demostrado ser eficaces en pacientes deprimidos ( 185,186 ). Un caso especial es el de la tianeptina, fármaco que incrementa la recaptura de la 5-HT pero que también afecta a la transmisión sináptica glutamatérgica, y que ha mostrado la debilidad de la hipótesis monoaminergica de la depresión mayor.

En general, todos estos fármacos son usados para el tratamiento de la depresión mayor y afectan a los sistemas serotoninérgicos y noradrenérgicos. Sin embargo, todos ellos tienen efectos adversos. Más aún, tardan un mínimo de dos a tres semanas para iniciar su efecto antidepresivo.

No obstante, son los fármacos de primera elección para el tratamiento y solo son efectivos en un 50 o 60% de las personas con depresión. Las nuevas hipótesis de la depresión mayor y la búsqueda de nuevos fármacos para su tratamiento, han involucrado a otros sistemas neuroquímicos, incluyendo, al eje HPA, el sistema GABAérgico y glutamatérgico y hasta al sistema inmune en las áreas cerebrales relacionadas con las funciones afectivas, con la finalidad de identificar el retraso que ocurre en la acción de los tratamientos antidepresivos ( 187-189 ).

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De tal forma, que se han evidenciado diferentes mecanismos que van más allá de la explicación original de que el incremento en los sistemas monoaminérgicos y que involucran diversos mecanismos de señalización intracelular y de procesos de adaptación en la expresión genética, los cuales propician cambios en la expresión de receptores, un incremento de la neurogénesis y cambios estructurales y fisiológicos de las neuronas de las áreas que procesan la información afectiva.

  1. En este sentido y como se mencionó anteriormente, los tratamientos antidepresivos reducen los niveles del cortisol y de las hormonas ACTH y CRH, restableciendo la función “normal” del eje HPA ( 84,85 ).
  2. Así como, una recuperación en los niveles de BDNF en los pacientes que respondieron a un tratamiento antidepresivo ( 106-108 ).

No está demás mencionar que el sistema inmune tiene una participación importante en la etiología de la depresión mayor, por lo que los efectos de los tratamientos antidepresivos farmacológicos deberían compensar sus efectos. Interesantemente, los tratamientos antidepresivos se asocian con una disminución de las citosinas pro-inflamatorias (50 ).

  1. En resumen, los tratamientos antidepresivos estimulan cambios plásticos y adaptativos apropiados en el sistema nervioso central, que explican parcialmente el retraso de los efectos terapéuticos.
  2. Todo esto parece indicar, que la depresión mayor es causada por múltiples factores que propician una plasticidad cerebral aberrante.

Cuadro 3 Tratamientos antidepresivos disponibles en la actualidad.

Tipo de tratamiento Modo de acción Referencias
Tricíclicos Inhibición de la recaptura de 5-HT, de NA, o mixta. 175
ISRS Inhibición selectiva de la recaptación de la 5-HT. 146, 177
ISRN Inhibición selectiva de la recaptación de la NA. 146, 177
Inhibidores de la recaptura de la noradrenalina y serotonina Inhibidores mixtos de los transportadores de la recaptura de la NA y 5-HT. 187-189
Inhibidores de la monoaminoxidasa (IMAO) Inhibición de la monoaminoxidasa. Impiden que la 5-HT y la NA se metabolicen. 176
Antidepresivos atípicos Aunque estos fármacos han supuesto mecanismos basados en la monoaminas estas acciones no son necesariamente los mecanismos que subyacen los beneficios de la droga 184-186

Por otro lado, aparte de l os tratamientos de farmacoterapia, existen tratamientos como la terapia cognitiva y la psicoterapia interpersonal para la depresión mayor, y que han sido reportados como tratamientos eficaces, ya sea aplicados en forma separada o en combinación con el tratamiento farmacológico (190-194).

Una de las teorías y tratamientos con mayor eficacia es la teoría cognitiva y la terapia cognitiva conductual de la depresión de Beck (195-197). A la fecha múltiples investigaciones clínicas han evaluado la eficacia de la terapia cognitiva conductual para el tratamiento del trastorno depresivo mayor.

Los resultados de estos estudios indican que la terapia cognitivo conductual es un tratamiento eficaz (198, 199), y que, además, puede tener un efecto profiláctico en la reducción de las recaídas y en la recurrencia de episodios depresivos (198). Estos estudios sugieren que la terapia cognitiva conductual sola, o en combinación con la farmacoterapia, es eficaz para el tratamiento agudo de la depresión.

  1. De hecho, en un estudio realizado por DeRubeis y cols.
  2. 2005, 200), comparó el uso de la terapia cognitivo conductual con la farmacoterapia en sujetos con depresión moderada o grave.
  3. El estudio se realizó en las clínicas de investigación de la universidad de Pensilvania y en la universidad de Vanderbilt, con 240 pacientes (120 en cada grupo), los cuales fueron asignados al azar.

Los resultados mostraron que las tasas de terminación del tratamiento fueron comparables entre la terapia cognitiva y los grupos de medicación ( Cuadro 4 ). Cuadro 4 Estudios comparando farmacoterapia y terapia cognitiva para la depresión.

Estudio Principal hallazgo Número de pacientes en el tratamiento Duración del tratamiento % de pacientes con recuperación
Derubeis et al,, 2005 (200) La terapia cognitiva fue igual de efectiva que el tratamiento farmacologico 240 16 semanas Terapia cognitiva (40%).Terapia farmacológica (45.8%).
Hollon et al,, 1992 (201) La terapia cognitiva fue igual de efectiva que el tratamiento farmacológico y el tratamiento combinado. 107 12 semanas Terapia cognitiva (50%). Terapia farmacológica (53%). Tratamiento combinado (78%).
Beck et al,, 1985 (202) La terapia cognitiva y el tratamiento combinado son efectivos para el tratamiento de la depresión 33 12 semanas Terapia cognitiva (58%). Tratamiento combinado (82%)
Murphy et al,, 1984 (203) La terapia cognitiva fue igual de efectiva que el tratamiento farmacológico y el tratamiento combinado. 87 12 semanas Terapia cognitiva (53%). Terapia farmacológica (56%). Tratamiento combinado (78%).
Blackburn et al,, 1981 (204) El tratamiento combinado (fármacos y terapia cognitiva) fue más efectivo que los tratamientos por separado. 88 12-15 semanas Terapia cognitiva (77%). Terapia farmacológica (60%). Tratamiento combinado (86%).

Después de 16 semanas de terapia, el 85% del grupo de terapia cognitiva y el 84% del grupo de farmacoterapia permanecieron en tratamiento. Las tasas de mejoría determinadas por la escala de Hamilton fueron 46% para los medicamentos y 40% para la terapia cognitiva.

  1. En otro estudio Hollon y cols.
  2. 1992,201) realizaron una comparación entre el tratamiento con terapia cognitiva y la farmacoterapia con imipramina, individualmente y en combinación en 107 pacientes los cuales se asignaron al azar para el tratamiento.
  3. De los 107 pacientes asignados a los diferentes tratamientos, el 40% (43 pacientes) abandonaron el estudio antes de completar la fase de tratamiento (12 semanas).

Los resultados no encontraron diferencias en las mediciones de los síntomas depresivos entre los grupos de tratamiento (terapia cognitiva vs fármacos). Más aun, muestran que en los tres grupos estudiados (terapia cognitiva, tratamiento farmacológico y grupo combinado), los pacientes mejoraron sustancialmente.

Las intervenciones típicas del comportamiento, reestructuración cognitiva y las hipótesis utilizadas en la terapia cognitiva se han asociado con resultados clínicos eficaces como los de cualquier otro tratamiento para la depresión mayor y con efectos potenciales a largo plazo más fuertes que la farmacoterapia (205).

Además, dada la preocupación acerca de los efectos secundarios de algunos medicamentos antidepresivos, se recomienda el uso de la terapia cognitiva para el tratamiento de la depresión. Sin embargo, a pesar de su eficacia general, no todos los pacientes deprimidos (30%) responden a la terapia cognitiva (206-208).

Por lo que el tratamiento con la terapia cognitiva sugiere que hay mucho que aprender sobre el fracaso del tratamiento y las recaídas en episodios depresivos. Por otro lado, en un ensayo clínico de pacientes hospitalizados con depresión, las tasas de respuesta de 101 pacientes que recibieron una combinación de psicoterapia interpersonal (modificada para pacientes hospitalizados) y farmacoterapia fueron más altas que las de pacientes que recibieron farmacoterapia sola (209).

Finalmente, el psicoanálisis es una terapia bien conocida que se orienta más hacia la reconstrucción global de la personalidad y se centr a en la resolución de los procesos de neurosis infantil (210). Sin embargo, el tiempo teórico para la mejora de un paciente deprimido en este tipo de terapia requiere de cuatro a cinco sesiones por semana durante un periodo de tres a seis años en promedio.

  1. Debido a esto, existen problemas evidentes en la realización de estudios clínicos con estos enfoques terapéuticos prolongados.
  2. 210) Conclusiones Las nuevas teorías de las causas de la depresión mayor van más allá de la primera hipótesis desarrollada a finales de los años 50´s (hipótesis del déficit de las monoaminas).

A lo largo de los años y con ayuda de nuevas tecnologías y técnicas de investigación (estudios genéticos, moleculares y de neuroimagen), han permitido avanzar en la comprensión de las bases y mecanismos neurobiológicos del trastorno depresivo mayor. Estos mecanismos involucran a las monoaminas, sus receptores y múltiples sistemas de señalización en el sistema nervioso central que incluyen al sistema endocrino, sistema inmune, así como diferentes vías de señalización intracelular que comprometen la expresión genética, ocasionando cambios estructurales y funcionales en gran parte del sistema nervioso central.

Lo anteriormente expuesto ha contribuido, entre otras cosas, a acumular evidencias bioquímicas, moleculares, farmacológicas y terapéuticas que indican una relación directa entre los múltiples factores en los trastornos del ánimo. En este sentido, la nueva teoría de la depresión incorpora a los factores propuestos en las hipótesis desarrolladas previamente y que incluyen: a las monoaminas (la 5-HT y la NA) y, su interacción con el sistema inmune y la actividad del eje HPA.

Cuando esta relación se ve alterada durante el exceso de estrés en individuos genéticamente susceptibles se produce un desbalance que produce un incremento en la actividad del eje HPA y del sistema inmune los cuales alteran los niveles de la 5-HT y la NA y, en última instancia, producen los cambios conductuales característicos del trastorno depresivo.

Esto último se apoya en evidencias que sugieren, que, en los pacientes deprimidos ocurren alteraciones en el funcionamiento del eje HPA, así como polimorfismos en diferentes genes que se encuentran asociados a la depresión mayor. Otras evidencias sugieren un papel importante de la inflamación en la etiología de la depresión.

Estos hallazgos incluyen elevadas concentraciones de marcadores pro-inflamatorios a nivel central y periférico en individuos que padecen depresión. Estos biomarcadores inmunológicos como las elevadas concentraciones de la IL-6 o TNF α podrían conducir a encontrar marcadores específicos que puedan ser utilizados para el diagnóstico y el tratamiento de la depresión mayor.

  • En adición, en esta revisión se describieron estudios que indican un importante papel de diversos genes y de influencias ambientales como el estrés temprano, que tienen una importante contribución en el desarrollo del trastorno depresivo.
  • Estas evidencias sugieren una posible relación entre los efectos adversos de largo plazo inducidos por un estrés temprano y los cambios en la expresión génica que se observan en el trastorno depresivo.

De tal forma que se ha hipotetizado que algunas modificaciones epigenéticas, también pueden ser utilizadas en futuras investigaciones como potenciales biomarcadores para el diagnóstico de la depresión mayor. Por otro lado, aun cuando los enfoques tradicionales para el descubrimiento de fármacos antidepresivos han dado como resultado en la generación de agentes terapéuticos útiles, está claro que todavía se requieren nuevos y mejores antidepresivos.

En este sentido, los avances revolucionarios en biología celular y molecular deberían permitir una caracterización más completa de los cambios en la expresión génica, lo cual puede explicar el retardo temporal de las respuestas antidepresivas y que subyacen el último mecanismo de acción de estos agentes farmacológicos.

Esto a su vez, puede revelar nuevos blancos moleculares para el desarrollo de nuevos tratamientos terapéuticos. Dada la importante contribución de los factores genéticos en la etiología de la depresión mayor, se propone que la identificación de genes con susceptibilidad, probablemente proporcionaran a corto plazo nuevos enfoques terapéuticos para un manejo más efectivo e incluso para la prevención de este trastorno.

En resumen, las investigaciones en modelos animales y los estudios clínicos en el campo del trastorno depresivo mayor, han establecido para cada uno de los tratamientos, su eficacia general. Sin embargo, este campo de investigación requiere de futuros estudios basados en la evidencia, que examinen los predictores de cada uno de los tratamientos.

Otras líneas de investigación indican que las intervenciones psicológicas pueden mejorar directa o indirectamente el desempeño cognitivo de los individuos con depresión mayor. Por lo que se hace posible que un enfoque integrado y que incluya tratamientos farmacológicos y no farmacológicos podría conducir a mejores efectos en el tratamiento y remisión de las personas que padecen el trastorno depresivo mayor.

Por último, ninguna de las hipótesis actuales, ha identificado un marco molecular unificado y que sea ampliamente aceptado en la etiología del trastorno depresivo mayor, por lo que todavía es incierto hasta qué punto las conclusiones de los estudios neurobiológicos pueden ayudar a mejorar los resultados clínicos y funcionales de las personas con el trastorno depresivo mayor.

Así como tampoco es posible dar una respuesta a todas las interrogantes y contradicciones sobre la etiología de la depresión mayor. No obstante, la integración de cada una de las respuestas proporcionadas por las diferentes teorías e hipótesis, permitirán en un futuro cercano, la generación de biomarcadores para el trastorno depresivo; así como establecer nuevos blancos de acción terapéuticos, con acciones más electivas y rápidas que puedan prevenir las consecuencias de del trastorno depresivo mayor.

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¿Cuándo se libera la dopamina?

Dopamina, esencial para el organismo – La dopamina es una molécula que se produce en nuestro cuerpo de manera natural y que está presente en diferentes áreas del cerebro, Actúa como mensajero químico o neurotransmisor, es decir, transmite señales entre las neuronas conectadas entre sí controlando las respuestas mentales, emocionales y motoras.

  1. La dopamina también puede ser producida en un laboratorio.
  2. Cuando el organismo produce poca dopamina o, por el contrario, un exceso de esta, puede ocasionar serios problemas como Parkinson o esquizofrenia, por ello es necesario un nivel adecuado de este neurotransmisor y un reparto adecuado en nuestro cerebro para poder cumplir sus funciones, entre las que se pueden destacar el placer, motivación, coordinación de movimientos, toma de decisiones, aprendizaje y, sobre todo, es clave para promover los procesos de seducción, la sexualidad y el deseo.

¿Qué hace la dopamina? La dopamina es uno de los 12 neurotransmisores principales y esencial para el correcto funcionamiento intelectual, físico y emocional. La dopamina es vital para que las neuronas se puedan comunicar entre ellas, de lo contrario, no sería posible la transmisión de información y la vida sería imposible.

Regulación del estado de ánimo : nuestro estado de ánimo depende en gran medida de los niveles de este neurotransmisor, de ahí que la dopamina sea considerada la molécula de la felicidad. Está vinculada al placer y todas las sensaciones positivas como bienestar, alegría, euforia, etc. Nos estimula para realizar o buscar situaciones y actividades agradables. También puede conducir a problemas adictivos. Función locomotora : los neurotransmisores permiten que la información procedente del cerebro llegue a los músculos, permitiendo que podamos andar, correr, saltar y todo aquello relacionado con el sistema locomotor. Función muscular : de la misma manera, la información del cerebro llega a los músculos, que nos permitirán ejercer fuerza para coger objetos, levantarlos, utilizar aparatos, etc. Regulación del sueño : permite regular los ciclos del sueño ajustando el reloj biológico, controlando que los niveles de dopamina están en consonancia con el momento del día en que nos encontremos para poder mantenernos despiertos o bien proporcionando la necesidad de dormir. Regulación de la actividad cardiaca : gracias a la dopamina, la presión arterial y la frecuencia cardiaca se mantiene en los niveles óptimos de bienestar. Regulación del aprendizaje y de la memoria : hace que la información recibida se mantenga en la memoria a largo plazo y no se olvide lo que hace posible el aprendizaje. Impacto en la creatividad : según un estudio, cuando la densidad de los receptores neuronales es menor en la zona del tálamo (zona central de la base del cerebro) se corresponde con una mayor tendencia a la creatividad. Regulación del peso corporal : las personas con menos receptores de dopamina tienden a ingerir más cantidades de dopamina para lograr el nivel de satisfacción personal lo que llevaría al sobrepeso. Regulación de la sociabilidad : la producción de dopamina influye en la manera de relacionarnos con los demás. Cuando hay una alteración en su producción tanto por exceso como por defecto surgen trastornos como la esquizofrenia, fobias sociales, trastorno bipolar, TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), antisociabilidad, etc. Desarrollo de la personalidad : se ha observado que las personas con mayor nivel de dopamina son más miedosas y se estresan con mayor facilidad que las que tienen nivel es más bajo que viven las situaciones con más calma y tienen más autoconfianza. Necesidad de emociones fuertes : todas las situaciones que generan emociones fuertes como puenting, tirarse en paracaídas, actividades de terror, etc., generan picos elevados de dopamina que después dejan una sensación de relajación y bienestar.

¿Cuándo se libera la dopamina? La dopamina no sólo se libera cuando hemos realizado una actuación placentera sino que, es lo que nos mueve a actuar y se libera de manera previa para conseguir algo, ya sea alcanzar un bien o evitar un mal. La mayor parte de la dopamina del cerebro es producida en el mesencéfalo (una de las partes del tronco del encéfalo) por neuronas que se conectan al cuerpo estriado (conjunto de estructuras localizadas a nivel subcortical), donde se libera la dopamina. ¿Qué causa la falta de dopamina en el cuerpo? Un déficit de dopamina puede producir la sensación de debilidad, falta de ilusión, desinterés e, incluso, depresión. Los movimientos pueden ralentizarse y parecer descoordinados. Se puede desarrollar la enfermedad de Parkinson. Entre los síntomas más comunes por niveles bajos de dopamina se encuentran:

Falta de interés general y de motivación Dificultad para sentir placer Patrón del sueño alterado Síndrome de piernas inquietas Tristeza y sentimiento de culpabilidad Fatiga Falta de memoria y dificultad de concentración Aumento de peso Comportamientos impulsivos y autodestructivos

¿Que regula la dopamina?

DOI: Ricardo Bahena-Trujillo, Gonzalo Flores, José A Arias-Montaño La dopamina es el neurotransmisor catecolaminérgico más importante del Sistema Nervioso Central (SNC) de los mamíferos y participa en la regulación de diversas funciones como la conducta motora, la emotividad y la afectividad así como en la comunicación neuroendócrina.

  1. La dopamina se sintetiza a partir del aminoácido Ltirosina y existen mecanismos que regulan de manera muy precisa su síntesis y liberación.
  2. Las técnicas de clonación molecular han permitido la identificación de 5 tipos de receptores dopaminérgicos, todos ellos acoplados a proteínas G y divididos en dos familias farmacológicas denominadas D1 y D2.

Los receptores de la familia D1 (subtipos D1 y D5) están acoplados a proteínas Gs y estimulan la formación de AMPc como principal mecanismo de transducción de señales. Los subtipos pertenecientes a la familia D2 (D2, D3 y D4) inhiben la formación de AMPc, activan canales de K+ y reducen la entrada de iones de Ca2+ a través de canales dependientes del voltaje, efectos mediados también por proteínas G (Gαi y Gαo).

  1. Los receptores dopaminérgicos se encuentran ampliamente distribuidos en diversas áreas del SNC (aunque de manera diferencial de acuerdo al subtipo) donde son responsables de las diversas acciones fisiológicas de la dopamina.
  2. El estudio de los sistemas y receptores dopaminérgicos del SNC ha generado gran interés, debido a que diversas alteraciones en la transmisión dopaminérgica han sido relacionadas, directa o indirectamente, con transtornos severos como la enfermedad de Parkinson y la esquizofrenia, así como con la adicción a drogas (anfetaminas y cocaína por ejemplo).

Dopamina; receptores dopaminérgicos; receptor D1; receptor D2; receptor D3; receptor D4; receptor D5; tirosina hidroxilasa DOI:

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¿Cómo saber si me falta GABA?

Descripcin clnica – La aparicin tiene lugar durante el perodo neonatal/infantil. Las manifestaciones descritas incluyen la hipotona, desarrollo psicomotor deficiente, hiperreflexia, letargia, convulsiones, llanto agudo, crecimiento lineal acelerado y retraso del desarrollo.

¿Cuál es el neurotransmisor que intensifica el dolor?

Los neurotransmisores de las señales para el dolor en el asta posterior de la médula espinal son el glutamato y la sustancia P.

¿Qué pasa cuando hay exceso de neurotransmisores?

Desequilibrio entre neurotransmisores, causa común de patologías psiquiátricas MADRID, ESP. El desequilibrio entre neurotransmisores excitadores e inhibidores a nivel cerebral podría ser el origen común de enfermedades psiquiátricas muy diversas como el autismo, la esquizofrenia, la depresión y la ansiedad. Juan Lerma ( izquierda ) con Vineet Arora, Ana V. Paternain y M. Isabel Aller El líder de la investigación es el Dr. Juan Lerma, director del grupo de Fisiología Sináptica del Instituto de Neurociencias, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad Miguel Hernández de Alicante, en Alicante, España.

El Dr. Lerma ha comentado para Medscape en Español que “mi grupo ha comprobado que un aumento leve de la expresión del gen GIRK4, esencial para regular la afinidad del neurotransmisor excitador glutamato, conduce a un desequilibrio persistente en la actividad excitatoria e inhibitoria, que repercute en la adecuada respuesta de la amígdala cerebral (región encargada del procesamiento de emociones como el miedo y la ansiedad)”.

Y agregó: “Si las alteraciones tienen lugar en la corteza prefrontal podrían causar distorsión en las relaciones sociales o aumento de la agresividad”. El investigador indica también que “ha sido una sorpresa la gran repercusión que tiene el cambio en la cantidad que se expresa este receptor en la región intersináptica sobre el comportamiento animal.

¿Qué dispara la ansiedad?

Factores de riesgo – Los siguientes factores pueden incrementar el riesgo de padecer un trastorno de ansiedad:

Trauma. Los niños que soportaron maltratos o traumas o que presenciaron eventos traumáticos tienen mayor riesgo de manifestar un trastorno de ansiedad en algún momento de sus vidas. Los adultos que atraviesan un evento traumático también pueden manifestar trastornos de ansiedad. Estrés debido a una enfermedad. Tener un problema de salud o una enfermedad grave puede causar gran preocupación acerca de cuestiones como el tratamiento y el futuro. Acumulación de estrés. Un evento importante o una acumulación de situaciones estresantes más pequeñas de la vida pueden provocar ansiedad excesiva, por ejemplo, la muerte de algún familiar, estrés en el trabajo o preocupaciones continuas por la situación financiera. Personalidad. Las personas con determinados tipos de personalidad son más propensas a sufrir trastornos de ansiedad que otras personas. Otros trastornos mentales. Las personas que padecen otros trastornos mentales, como depresión, a menudo también padecen un trastorno de ansiedad. Tener familiares consanguíneos que padecen un trastorno de ansiedad. Los trastornos de ansiedad pueden ser hereditarios. Drogas o alcohol. El consumo o el uso indebido o la abstinencia de drogas o alcohol pueden provocar o empeorar la ansiedad.

¿Qué neurotransmisor se encuentra relacionado con el estrés?

RESUMEN – Frente a una situación de agresión física o psíquica, existen diferentes tipos de respuesta posibles según las características del individuo. El estrés es un mecanismo normal de respuesta adaptativa, que logra mantener la homeostasia frente a una situación adversa.

En cambio, en el distrés o estrés negativo, la adaptación a una situación adversa es fallida. La resiliencia es la capacidad adaptativa del individuo para desarrollar de manera saludable mecanismos psicosocioculturales frente a contextos adversos. En el estrés intervienen numerosos neurotransmisores como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina.

Ante la situación de estrés, se activan el sistema límbico, el eje hipotálamo-hipófiso-adrenal, la hormona de crecimiento (GH), la prolactina, las citoquinas y la vasopresina. También interviene el eje opioide, aumenta la β-endorfina, la encefalina y la dinorfina, y se activa el circuito opioide endógeno que inhibe las sensaciones dolorosas.

A nivel gonadotrófico, los neurotransmisores estimulan el factor liberador de corticotrofina (CRF), que estimula la secreción de adrenocorticotrofina (ACTH) y esta, la del cortisol (glucocorticoide suprarrenal). El cortisol, la ACTH y el CRF actuarán sobre el hipotálamo inhibiendo la secreción de GnRH, que tendrá como consecuencia el descenso de la hormona luteinizante (LH) y, posteriormente, de la hormona foliculoestimulante (FSH).

Este descenso de las gonadotrofinas conlleva una disminución a nivel ovárico y testicular de estradiol (E2), progesterona o testosterona, así como la inhibición a su vez del eje tiroideo, lo que favorece el depósito de grasa a nivel abdominal. En el estrés agudo se observa disminución de la dehidroepiandrosterona (DHEA).

En el estrés crónico se produce inmunosupresión, lo que lleva a la aparición de infecciones. Las citoquinas más importantes involucradas son IL-1, IL-2, IL-12, GH y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α). Los cambios endocrinos por estrés dependen del momento de la vida en que este se presente; puede iniciarse en la vida fetal o durante su transcurso.

La reprogramación fetal sería la adaptación fisiológica por efecto de un estímulo precoz en un período sensible del desarrollo fetal, lo que provoca resultados adversos a largo plazo. Los disruptores endocrinos o la desnutrición pueden actuar como agentes de reprogramación.

Las causas de estrés en la infancia y en la adolescencia son numerosas: abuso sexual, maltrato, trastornos de la conducta alimentaria, sobreentrenamiento físico, etc. y pueden presentarse patologías a corto o largo plazo como el síndrome metabólico, la enfermedad cardiovascular, la obesidad, etc. Es importante poder detectar tempranamente las situaciones de estrés para prevenir las consecuencias patológicas que conllevan.

Palabras clave: estrés, distrés, resiliencia, alteraciones endocrinas, inmunológicas, estrés materno, reprogramación, infancia, adolescencia, enfermedad cardiovascular, sobreentrenamiento físico, trastornos de la conducta alimentaria.

¿Qué pasa cuando se te baja la serotonina?

La serotonina tiene una amplia variedad de funciones en el cuerpo y es conocida como la hormona de la felicidad. Se encuentra principalmente en el cerebro, los intestinos y las plaquetas sanguíneas. Según los expertos, juega un papel importante en el estado de ánimo, las emociones, el apetito y la digestión.

Como el precursor de la melatonina, ayuda a regular los ciclos de sueño y el reloj biológico. Los intestinos y el cerebro producen serotonina. También está presente en las plaquetas de la sangre y es protagonista en el sistema nervioso central, según un artículo publicado en Medical News Today, Dado que se trata de un neurotransmisor, la serotonina envía señales entre las células nerviosas y regula su intensidad.

Las investigaciones muestran que la serotonina puede tener impacto en el metabolismo óseo, la salud cardiovascular, la salud en los ojos, la coagulación de la sangre y los trastornos neurológicos. Según la mencionada publicación, los científicos no saben específicamente qué causa la depresión, pero una teoría es que se debe a un desequilibrio de neurotransmisores en el cuerpo.

  • Tener la serotonina baja puede ocasionar cambios importantes en la salud mental de la persona, acarreando la aparición de ansiedad, depresión, problemas para dormir, apatía, falta de energía, entre muchos otros síntomas.
  • La serotonina es un neurotransmisor que tiene funciones muy importantes en el organismo, como regular el estado de ánimo, el apetito, el ciclo del sueño, el deseo sexual y el proceso de la digestión, entre otros.

Cuando sus niveles en la sangre descienden puede llegar a ocasionar el padecimiento de distintos trastornos físicos y emocionales”, indica el portal Psicología-online.com, Los bajos niveles de serotonina pueden generar depresión. – Foto: Juan Carlos Sierra Tener un bajo nivel de serotonina en el cuerpo se traduce en molestias que van desde alteraciones en el estado de ánimo hasta síntomas digestivos y cardíacos. Este neurotransmisor, como lo detalla una publicación en National Center for Biotechnology Information, interviene en la regulación del comportamiento, la memoria y diversas funciones fisiológicas, indica el portal mejor con Salud.

  1. Cuando sus niveles disminuyen, el organismo experimenta cambios que se manifiestan con malestares físicos y emocionales.
  2. Así, la tristeza, la irritabilidad, la falta de concentración, los trastornos del sueño, entre otros, pueden indicar que el nivel de esta hormona está bajo.
  3. Para la generación de serotonina, las células que la producen usan la enzima triptófano hidroxilasa.

El triptófano es un aminoácido esencial que el organismo obtiene a través de la alimentación y que es clave para la producción de serotonina. Un estilo de vida poco saludable puede alterar el equilibrio de los neurotransmisores y las hormonas, por ello, consumir los alimentos indicados ayudará a mantener la serotonina en los niveles ideales.

  • Por ejemplo, el L-triptófano se encuentra en la soya, el queso, atún, maní, las lentejas, el huevo, la avena y también el queso de cuajada bajo en grasa, indica el portal especializado brain-effect.com.
  • La vitamina B6 también es clave y puede encontrarse en muchos alimentos, incluyendo los granos enteros, las legumbres y las nueces.

La vitamina D y el Omega 3 también deben incluirse en la dieta. Si el cuerpo carece de Omega 3, puede tener consecuencias en la producción de serotonina y también para el rendimiento mental de las personas. El mal humor y la falta de concentración pueden, por ejemplo, ser el resultado de una dieta desequilibrada que contenga muy poco pescado. La serotonina es la hormona de la felicidad. – Foto: Getty Images

¿Cuáles son los 4 neurotransmisores?

Según la neurociencia, el juego estimula varios neurotransmisores de nuestro cerebro. Nos centraremos especialmente en cuatro de ellos, que son los responsables de la felicidad: la dopamina, la oxitocina, la serotonina y las endorfinas, también conocidas con la sigla DOSE.

¿Cuáles son los neurotransmisores de la felicidad?

Antony Boucard Jr, Por: Salma Rivera Asesoría: Antony Boucard Jr, Departamento de Biología Celular. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) decretó en 2012 al 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad para reconocer la relevancia del bienestar y la satisfacción como aspiraciones universales de los seres humanos.

  • Desde la antigüedad y hasta la fecha, se ha considerado a la felicidad como un estado de grata satisfacción espiritual y física, manifestado de distintas maneras y, al ser subjetiva, puede producirse por un sinfín de causas, pero en general se vincula con la motivación y el bienestar.
  • Diversas disciplinas se han encargado de explicar este término, por ejemplo, desde el enfoqué filosófico, Sócrates planteó que la sabiduría y el conocimiento guiarían a los individuos por el camino correcto a alcanzar la felicidad, pero con el trascurrir de los años y desde la perspectiva histórica, cultural y social, su definición ha tomado un sentido más subjetivo y propio en cada individuo.

La sicología también se ha esforzado en definir a la felicidad y en la década de 1930, Abraham Maslow identificó las necesidades básicas del individuo y a medida que van siendo satisfechas, surgen otras de un nivel superior o mejor, hasta llegar a una cúspide de plena felicidad, llamándole a esta jerarquía, la Pirámide de Maslow.

En economía, Richard A. Easterlin del Departamento de Economía de la Universidad del Sur de California, explica que las circunstancias de la vida y, en particular, el crecimiento de los ingresos, tienen efectos duraderos en la felicidad. Los economistas reconocen que esta depende de una variedad de circunstancias además de las condiciones materiales, pero han asumido durante mucho tiempo, una teoría denominada “más es mejor”, donde la principal implicación es que si los ingresos aumentan sustancialmente, entonces el bienestar general se moverá en la misma dirección.

La ciencia explica la felicidad Dice Luca Pani, psiquiatra especialista en neurofarmacología, que tratar de ser feliz es un mecanismo evolutivo impreso en los genes, sin este, no se podría sobrevivir, por el hecho de que la búsqueda de alimentos y el proceso de reproducción son de las actividades esenciales a la sobrevivencia que están relacionadas con el placer y la felicidad.

Estudiar directamente el proceso que origina la felicidad, aún es complicado, pero se puede abordar desde estados contrarios como la depresión, donde ocurre un desbalance entre sistemas. Por un lado, el individuo no entiende qué le genera placer y por el otro, no percibe lo que le hace sufrir. El estudio de la formación y función de redes neuronales así como los defectos que les afectan y que resultan en el desarrollo de condiciones neuropatológicas como las adicciones, permite entender cómo es que surge la felicidad, en este sentido, la felicidad es reforzar la búsqueda de eventos no nocivos, es un proceso neuroquímico que se puede estudiar desde dos sistemas cerebrales interconectados: el límbico y el extrapiramidal.

En el primero, que conforma las zonas del cerebro encargadas de regular las emociones, se liberan determinados neurotransmisores. Mientras que en el sistema extrapiramidal, el núcleo accumbens (la región de nuestro cerebro que clasifica las sensaciones que percibimos) se encarga de las conductas racionales pues es la parte que ayuda en la toma de decisiones consientes con un objetivo fijo.

  • Así, en ambos sistemas de control de la felicidad se originan los neurotransmisores, aquellas sustancias químicas que genera el cerebro y que se encargan de transmitir las señales de una neurona a otra, siendo la mayoría de tipo excitatorio o inhibitorio.
  • Pero solo el dos por ciento de las neuronas, secretan neurotransmisores que influyen directamente en la felicidad: la dopamina, norepinefrina y la serotonina.

La producción de estas sustancias químicas permite modular los otros circuitos, pero pueden ser influenciados por respuestas neuroendocrinas, tal es el caso del estrés, un elemento que perturba la felicidad y que produce hormonas como el cortisol que tiene la función de disminuir la secreción de norepinefrina y serotonina.

  • En el caso de la depresión, los circuitos sufren un desbalance donde la dopamina, norepinefrina y serotonina, que se encuentran ligados, tiene una baja importante.
  • Se han analizado alimentos que al ingerirse generan felicidad.
  • Por ejemplo el pavo, plátano, garbanzo y algunos quesos ricos en triptófano y tirosina, pues ayudan a producir más neurotransmisores y hacen que su disponibilidad esté en aumento.

También hay actividades que hacen sentir al cerebro más feliz, pues ayudan a lograr un grado de satisfacción, tales como caminar al aire libre, hacer ejercicio, escuchar música, comer, bailar, asistir a un concierto o reunirse con amigos, pues la situación actual por pandemia así lo sugiere.

  • Es importante señalar que si bien, términos como alegría, placer y satisfacción suelen relacionarse con el concepto de felicidad, estos no significan lo mismo.
  • La alegría es una emoción, la respuesta a una situación externa o interna que nos hace sentir bien y que manifestamos con euforia o risas, tiene una duración de máximo algunas semanas que puede desencadenar un estado con mayor durabilidad, la felicidad.

Por otro lado, el placer está relacionado con las experiencias placenteras de nuestros sentidos y al igual que la satisfacción, son sensaciones momentáneas producidas por algo externo; su característica común es que se originan en una falta de perspectiva y de sentido que se tapa con estímulos materiales. Un estado universal Las personas siguen una curva de la felicidad que tiene forma de U, principalmente en los países de Europa y Estados Unidos, donde la felicidad es más alta en la juventud, disminuye entre los 30-40 años y aumenta después de los 50, debido a los niveles económicos y la construcción social.

Mientras que, en México, existe una estabilidad a lo largo de toda la vida, pues la estructura familiar es un factor importante en el desarrollo de esta búsqueda. Cada año se publica el Informe Mundial sobre la Felicidad, una encuesta histórica sobre el estado de bienestar mundial que clasifica a 156 países según el grado de satisfacción que sus ciudadanos perciben en sí mismos.

La última edición de este Informe clasifica a la ciudad de Helsinki en Finlandia como la más feliz, seguida por Aarhus, Dinamarca, y en el lugar número 38 se encuentra la Ciudad de México. Siguiente artículo Analizan el metabolismo de microalgas y bacterias para tratamiento de agua 15221

¿Cuál es el nombre de la hormona de la felicidad?

Serotonina, endorfina, dopamina y oxitocina son las llamadas ‘hormonas de la felicidad’. Cada una funciona de una manera diferente, tanto en hombres como en mujeres y dependiendo de la edad, según la médica psiquiatra Marcela Rizo de la Clínica Imbanaco.