Que Armas Trajeron Los Españoles Al Peru - El mundo de las flores

Que Armas Trajeron Los Españoles Al Peru
Una selección de armas utilizadas por los españoles durante la conquista y colonización de la región del Maule exhibe el Museo de Bellas Artes y O’higginiano de Talca en su Colección de Armas y Armamentos, Son más de 100 piezas, confeccionadas mayoritariamente en los siglos XVII, XVIII y XIX,

Entre ellas se encuentran armas blancas y de fuego, como el arcabuz, el trabuco, la lanza y el espaldar metálico, principales objetos militares utilizados por los soldados hispanos en la conquista del territorio americano. Desde mediados del siglo XVI la zona comprendida entre los ríos Maipo y Maule fue escenario del conflicto entre las huestes españolas y los Picunches y Promaucaes (adaptación hispana del término quechua “purunauca” o “purumauca” utilizado por los incas para señalar en términos generales al “enemigo salvaje, rebelde” que habitaba entre los ríos Maipo y Maule).

El Maule marcó el límite de Chile central, Debido a su condición fronteriza, sus habitantes vivieron el tránsito constante de tropas que se dirigían a disputar con los mapuches la zona de Arauco, y el intento de éstos por ampliar sus fronteras al norte.

Los españoles llamaban a esta zona corregimiento del Maule, A la llegada de los conquistadores, vivían allí alrededor de 150 mil habitantes de pueblos originarios, que disminuyeron bruscamente en los siguientes 200 años. La causa de este descenso fueron las guerras, las enfermedades traídas por los españoles, hambrunas, migraciones interregionales y “por el desgano vital y la pérdida de sentido de pertenencia, que les ocasionó la conquista y el sometimiento hispano católico de los conquistadores en su propio territorio” (Morales, s/f: 16).

El ” País de los Promaucaes “, que se extendía entre los ríos Maipo y Maule, fue ocupado tempranamente por la hueste hispana. En 1598, los mapuches destruyeron las ciudades del sur de Chile en el llamado ” Desastre de Curalaba “. Ello hizo que los españoles concentraran sus asentamientos en el valle central, que fue el epicentro de la colonización.

¿Qué tipo de armas llevaban los españoles?

Las cinco armas que utilizaban los conquistadores eran: espadas, ballestas, lanzas, arcabuces y cañones.

¿Qué armas usaban los indígenas en la conquista de América?

Visor de obras.5. Animales y armas de conquista La desproporción de bajas en este primer gran choque entre indios y conquistadores da una idea de la desigualdad con que se luchaba en La Florida. La diferencia no radica, como a veces se ha dicho, en que unos soldados profesionales se enfrentaban a unos indios pacíficos sorprendidos en su idílico terruño.

No se trata de eso, pues el conocimiento del arte de la guerra era compartido por ambos lados: los europeos por su oficio de conquistadores y los nativos porque su supervivencia siempre había dependido de las luchas intestinas con tribus comarcanas, Todos eran guerreros avezados, y por lo que a su número respecta los indios superaban con mucho a los occidentales allí desplazados.

Lo que desequilibraba las batallas era la composición de los ejércitos, el orden mantenido en el combate y los animales y armas utilizados, El caballo jugó un papel determinante en todo el proceso de la conquista americana, y por supuesto La Florida no fue una excepción.

Mientras que los indios sólo disponían de infantería, por así decirlo, los españoles contaban con infantería y caballería, La infantería era necesaria, por supuesto, pero era más vulnerable a las flechas indias y hubiera sido arrollada muchas veces de no haber contado con la cobertura y movilidad de la caballería.

En un pasaje concreto del texto se lee que los caballeros, «por ser gente más bien armada que la infantería, recibía siempre menos daño de las flechas» (IIb, 1). No olvidemos que en aquel entonces el caballo era animal desconocido en América, y su mera presencia amedrentaba a los nativos :

Se volvieron al monte y a la ciénaga por no ser ofendidos de los caballos, que no se sufría burlar con ellos en campo raso.

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Los indios, viendo caballos en tierra limpia de monte, desampararon el puesto.

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Salieron a un campo raso donde los indios, de temor de los caballos, no osaron ofender a los españoles, ni aun esperarles.

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Caminaron con menos pesadumbre por los llanos donde no había malezas, porque los indios, doquier no las había, se apartaban de los cristianos de miedo de los caballos.

Entre los españoles, la pérdida de un caballo era tan llorada o más que la de un compañero; así, en cierta ocasión, cruzando un río «se ahogaron cuatro caballos, que por ser tan necesarios y de tanta importancia para la gente, lo sintieron nuestros españoles más que si fueran muertes de hermanos» (III, 11),

Los aborígenes fueron pronto conscientes de este factor y trataron de contrarrestarlo de dos maneras: 1) flechando a los caballos antes incluso que a los hombres; 2) rehuyendo la lucha a campo abierto donde el equino se mueve sin impedimentos y buscando las ciénagas o las zonas con abundante vegetación.

Respecto a lo primero, nótese cómo en la batalla contra Vitachuco, acometiendo a los indios en primer lugar el adelantado Hernando de Soto, ellos optaron por disparar al caballo y no al jinete, aunque sabían bien que era el jefe enemigo: «de muchas flechas que le tiraron, le acertaron con ocho, y todas dieron en el caballo, que siempre estos indios procuraban matar primero los caballos que los caballeros, por la ventaja que con ellos les hacían» (IIa, 24).

Y en otro pasaje se abunda en la misma idea: «Holgaban más de matar un caballo que cuatro cristianos, y así con todo cuidado y diligencia tiraban antes al caballo que al caballero» (IIb, 24), El autor pondera muchas veces la certera puntería de los indios, capaces de matar de un solo flechazo al animal atravesándole el corazón.

Eso fue lo que ocurrió por ejemplo con el caballo de Gonzalo Silvestre, que se había distinguido por bueno entre los mejores (IIb, 18), o con el de Álvaro Fernández (IIb, 21). En la región de Apalache se cuenta cómo un solo indio fue capaz de matar con dos tiros consecutivos los caballos de Diego de Soto y Diego Velázquez (IIb, 24).

traía en una pospierna una gota de sangre, y lo llevaron a un albéitar que lo curase, el cual, habiendo visto que la herida no era mayor que la de una lanceta, dijo que no había allí qué curar; el día siguiente amaneció el caballo muerto. Los castellanos, sospechando hubiese sido herida de flecha, lo abrieron por la herida y siguiendo la señal de ella por el largo del cuerpo, hallaron una flecha que habiendo pasado todo el muslo y las tripas y asadura, estaba metida en lo hueco del pecho, Los españoles quedaron admirados, pareciéndoles que una pelota de arcabuz no pudiera pasar tanto.

Respecto a lo segundo, recuérdese la batería de citas expuestas un poco más arriba, donde se repite con insistencia que los indios aprendieron a evitar el choque directo en campo raso y buscaban el amparo de las zonas pantanosas o la protección de algún árbol o bosquecillo donde hacerse fuertes bajo su espesura.

Así, en una emboscada que los floridanos tendieron a los cristianos cuando cruzaban una ciénaga, éstos sufrieron notables bajas y apenas pudieron defenderse: «porque era la pelea en el agua, donde los caballos no podían servir con su ligereza para socorrer a los amigos y ofender a los enemigos» (IIb, 19),

En otra ocasión se narra el caso de un indio que, cobijado debajo de un nogal, él solo hizo frente a varios caballeros, quienes optaron por no acometerle y seguir su camino, a fin de evitar que les «hiriese algún caballo, que era lo que más temían» (IIb, 9).

Otra vez, un jefe indio se posicionó debajo de un gran árbol, y como era difícil vencerlo desde los caballos, el español Gonzalo Silvestre requirió la ayuda de Antonio Galván y de su ballesta para doblegarlo con un certero disparo (IIb, 19) ; observamos aquí, pues, cómo los equinos servían de poco en terreno arbolado y cómo a veces los españoles necesitaban aunar fuerzas y variar estrategias para vencer a los nativos.

Dicho esto, a nadie extrañará que los conquistadores extremaran el cuidado de sus cabalgaduras, pues en buena medida su éxito descubridor dependía de ellas: «El cuidado principal que estos españoles tenían era que no les faltase maíz para los caballos, y también porque era mantenimiento para los caballeros» (IIb, 13).

  • Fidalgo de Elvas concuerda con el Inca, y dice del maíz que «es el mejor pienso que se ha visto» ( Expedición, p.113).
  • Así que, por paradojas del destino, el maíz hallado en Indias fue elemento indispensable en la alimentación de estos animales: «Para que los caballos puedan sufrir el demasiado trabajo que en las conquistas del Nuevo Mundo han pasado y pasan, tengo para mí, con aprobación de todos los españoles indianos que acerca de esto he oído hablar, que la principal causa sea el buen pasto del maíz que comen, porque es de mucha sustancia» (IIb, 13).

Y, por contra, durante la travesía de la provincia de Cofachiqui, escasa en maíz, se incide en que los caballos quedaron «flacos y debilitados» (III, 19), Pero el caballo no fue el único animal que participó activamente en la conquista: hubo también perros amaestrados para atacar a los indios.

  • A lo largo de la crónica se espigan frases de este tenor: «Le echaron un lebrel para que lo acabase de matar y se encarnizase y cebase en él» (IIb, 5); «A estos tales, que fueron cuatro, luego que les sentían la malicia, les echaban los perros y los mataban» (IIa, 13),
  • Bartolomé de las Casas, en su Brevísima relación de la destruición de las Indias ( p.82) y en otros escritos suyos, ya criticaba duramente esta práctica de azuzar los lebreles contra los nativos, tema al que Teodoro de Bry consagra algún grabado en su libro América, lo cual contribuyó mucho a generar la famosa leyenda negra española.

Páginas atrás referíamos el caso de la manifiesta hostilidad presentada por el cacique Hirrihigua ante los castellanos, a quienes odiaba desde los tiempos de Pánfilo de Narváez, pues «todas las veces se acordaba que a su madre habían echado a los perros y dejádola comer de ellos» (IIa, 3).

De uno de estos lebreles, llamado -significativamente- Bruto, se cuentan varios hechos estremecedores, como por ejemplo que él solo estorbó la huida de cuatro indios de la provincia de Ocali derribándolos con sus fauces y teniéndolos sujetos hasta que llegaron los españoles; u otro caso donde nadó por un río hasta prender a cierto indio que había dado un golpe a un castellano y hacerlo pedazos en el agua (IIa, 18).

Se narra asimismo cómo los nativos, que sin duda habían reparado en él, «lo flecharon tan diestramente que en la cabeza y en los hombros le clavaron más de cincuenta flechas. Con todas ellas llegó el perro a tomar tierra, mas en saliendo del agua cayó luego muerto, de que al gobernador y a todos los suyos pesó mucho, porque era pieza rarísima y muy necesaria para la conquista» (IIa, 17).

Esta fue la venganza que nuestros castellanos tomaron del pobre indio que les había descaminado, como si ella fuera de alguna satisfacción para el trabajo pasado o remedio para el mal presente, y después de haberla hecho vieron que no quedaban vengados, sino peor librados que antes estaban, porque totalmente les faltó quien los guiase.

Junto a los animales, obvia decir que las armas desempeñaron un papel decisivo. El ejército español disponía de armas ofensivas y defensivas; entre las primeras hay que citar las espadas, lanzas, picas, hachas, ballestas y arcabuces. No parece que un arma de fuego como el arcabuz resultara determinante en La Florida, pues era demasiado lenta y necesitaba pólvora, la cual se acabó tras el incendio de la batalla de Mauvila; el Inca recalca su escaso efecto, dada «la poca práctica y experiencia que nuestros arcabuceros entonces tenían» (VI, 4).

La ballesta no precisaba pólvora, pero también era de lento manejo: «Aunque los ballesteros y arcabuceros salían a resistirles, los tenían en nada, porque mientras un español tiraba un tiro y armaba para otro, tiraba un indio seis y siete flechas, tan diestros son y tan a punto las traen que apenas han soltado una cuando tienen puesta otra en el arco» (IIb, 2).

A pesar de esto nunca se desdeñó el uso de la ballesta, pues resultaba útil para pelear de lejos, de modo que cuando Hernando de Soto envía a La Habana a Diego Maldonado para que torne a La Florida con bastimentos, le encarga que traiga «todas las ballestas y arcabuces, plomo y pólvora que se pudiese haber» (IIb, 23).

Es elocuente ver cómo los supervivientes, al final de su aventura, deciden fabricar unas carabelas para bajar por el curso del Mississippi hasta el Golfo de México, no dudando en fundir los arcabuces y convertirlos en clavazón para sus naves, Por lo que a las armas defensivas respecta, están los acostumbrados paveses y rodelas, que son diferentes tipos de escudos, así como las cotas con que los soldados protegen su cuerpo, las cuales mitigaban en parte el impacto de las flechas indias, pero no eran suficientes para neutralizar un tiro dado de cerca, que solía ser mortal.

Hay que decir que los caballeros disponían de mejores cotas defensivas que los infantes, y que se usaban también para los caballos y perros, habida cuenta de que eran blancos predilectos de los indios. Tal panorama cambia mucho entre las huestes indias, acostumbradas a luchar a cuerpo gentil y sin procurarse protección alguna: «Los indios, por falta de armas defensivas, llevaban lo peor» (IIb, 10); «A cuchilladas y a estocadas, con gran facilidad, como a gente que no llevaban armas defensivas, mataron gran número dellos » (IV, 2).

Esto no quiere decir que desconocieran absolutamente la existencia de rodelas y paveses, pues se encontraron muchos de ellos almacenados en el templo de los Cofachiquis, sino que preferían pelear sin ese tipo de embarazos que a buen seguro ralentizarían sus movimientos. Disponían asimismo de hachas de guerra, lanzas, picas, porras, bastones, partesanas, hondas, dardos, montantes, etc.

En cierta ocasión se describe una tiradera o bohordo, que es un «arma de una braza de largo, de un junco macizo, aunque fofo por de dentro, de que también hacen flechas» (VI, 10); más diáfana es la explicación moderna de Salas, que dice tratarse de «un simple mecanismo de palanca que prolonga y acentúa el vigor del brazo.

Esquemáticamente podemos describirlo como una vara de madera, en uno de cuyos extremos hay un pequeño gancho o tope sobre el que se apoya la parte posterior del dardo, de modo que éste y el propulsor quedan paralelos, El dardo, empujado por un talón posterior, recibe impulso violento al ser proyectado desde arriba del hombro hacia adelante con todo el rigor del brazo» (Salas 1958: 37-38).

Siguiendo el ejemplo de Salas, reproducimos aquí el clásico grabado de una tiradera facilitado por Gonzalo Fernández de Oviedo. Tiradera, grabado de Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias Sin ningún género de dudas, las armas preferidas de los indios fueron el arco y la flecha, con su sempiterna aljaba a la espalda: «Vieron salir de un monte un indio solo, y venir hacia ellos con un hermoso plumaje en la cabeza y su arco en la mano y el carcaj de las flechas a las espaldas, que declinaba algún tanto sobre el hombro derecho, como todos ellos lo traen siempre» (Vb, 3); de los arcos se dice que «son del mismo altor del que les trae, de dos varas de largo y gruesos en proporción,

Los arcos eran hermosamente labrados y esmaltados de diversas colores, que se los dan con cierto betún que los ponen tan lustrosos que se pueden mirar en ellos.

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Llevaba un hermosísimo arco en las manos, que demás de ser bueno y fuerte tenía dado un betún que estos indios de La Florida les dan del color que quieren, que parece fino esmalte y pone el arco -y cualquier otra madera- como vidriado. A las espaldas llevaba su aljaba de flechas.

A veces los arcos podían adornarse extremadamente con varias «vueltas de perlas y aljófar puestas a trechos, las cuales vueltas o anillos empezaban dende la manija e iban por su orden hasta las puntas» (III, 17); y lo mismo cabe decir de las flechas, pues «también tenían a trechos anillos de aljófar, mas no de perlas» (III, 17).

Con todo, las flechas comunes solían hacerse de carrizo o caña, con las puntas cortadas al sesgo y endurecidas al fuego (Vb, 5), pero había otras más especiales y elaboradas con puntas y casquillos de «cobre, como las que en nuestra España ponen a las jaras» (III, 17), de «pedernal», de «cuernas de venado», de «espinas de pescado» o de «madera de palma y de otros palos fuertes y recios que hay en aquella tierra» (III, 12),

Además, estos casquillos se labraban con gran primor y «tenían dos o tres arpones, tan perfectamente hechos en el palo como si fueran de hierro o acero» (III, 12). No escatima el Inca detalles al respecto: «También se diferenciaban los casquillos unos de otros, que unos había en forma de arpón, otros de escoplillo, otros redondos como punzón, otros con dos filos como punta de daga.

  • Todo lo cual a los españoles que lo miraban con curiosidad causaba admiración» (III, 17).
  • Asimismo, las flechas estaban «emplumadas en triángulo porque saliesen mejor del arco» (III, 12).
  • Por último, los nativos solían recurrir tanto a las flechas con la punta encendida para provocar incendios (III, 36), como a las de punta envenenada con cierta hierba (IV, 12),

En definitiva: «Todos los indios de La Florida, principalmente los nobles, ponen toda su felicidad en la lindeza y pulicía de sus arcos y flechas» (III, 12). Los floridanos acostumbraban a guardar sus armas en grandes depósitos, de modo que siempre estuvieran prevenidos ante un ataque por sorpresa, no ya de los españoles (cuya llegada fue del todo inesperada), sino de sus propios vecinos.

Hablando de estos depósitos de armas, el Inca describe el que tenían los indios Cofachiqui, donde había picas («todas muy largas, muy bien labradas con hierros de azófar que, por ser tan encendido de color, parecían de oro», III, 16), porras, hachas, montantes, bastones, arcos, flechas, rodelas y paveses.

Hubo varios combates muy cruentos que marcaron la marcha de los aventureros españoles, como por ejemplo los de Vitachuco, Apalache, Mauvila, Chicaza, Alibamo, etc. El parte de bajas era considerablemente mayor por el lado aborigen que por el castellano, pero dado que las tribus indias iban sucediéndose unas a otras y la fuerza española era una sola, y cada vez más reducida por la pérdida progresiva de hombres y animales, el resultado final no pudo ser otro que la muerte de la mayor parte de los expedicionarios, con apenas trescientos supervivientes que lograron pasar a México,

Fuera de estas batallas campales a cuya conclusión quedaba patente la inferioridad de los indios (aunque el daño se repartió con abundancia por ambos bandos), éstos empezaron a decantarse por la estrategia de las pequeñas escaramuzas o avanzadillas hostiles que provocaban un incesante goteo de bajas españolas.

Los ataques sorpresa se convirtieron -desde el inicio- en una constante, acompañados por la inevitable grita y vocerío que cumplía la doble función de amedrentar al enemigo y excitar los ánimos de los atacantes. A menudo estos alaridos proseguían de modo incesante por la noche, con el objeto de impedir el sueño y descanso del ejército invasor, inquietándolo «con armas y rebatos que de día y de noche le daban, sin querer presentar batalla de gente junta en escuadrón formado, sino con asechanzas, escondiéndose en las matas y montecillos por pequeños que fuesen, y donde menos se pensaba que pudiesen estar, de allí salían como salteadores a hacer el daño que podían» (IIb, 25).

Se levantó un alarido y vocería con tanto zumbido y estruendo y retumbar de caracoles, bocinas y tamborinos y otros instrumentos rústicos, que parecía quererlos matar con la grita sola.

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Estuvieron todo aquel día los indios dando grita y alarido por inquietar con la vocería a sus enemigos, ya que no podían con las armas.

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A esta dificultad y peligro se añadió otro mayor, que fue el alarido y vocería que los indios de la una parte y la otra de el río levantaron en viendo asomar los cristianos, apellidándose unos a otros para matarlos al pasar del río.

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Pasaron la noche velando, que con gritos y alaridos no les dejaron reposar los indios, En toda la noche cesaron los infieles de dar grita a los cristianos,

De todas formas esta táctica no era exclusiva de los indios, pues los conquistadores también recurrieron a ella varias veces:

Los españoles, sintiendo los indios, entraron por el cañaveral haciendo ruido de más gente que la que iba, por asombrar por el estruendo a los que estaban dentro.

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Dio de sobresalto en el pueblo, mandó tocar los instrumentos musicales de la guerra, que son trompetas, pífanos y atambores, para con el ruido de ellos causar mayor asombro. Prendieron muchos indios, que con la novedad del estruendo salían pavoridos de sus casas a ver qué era aquello que nunca habían oído.

Los varios años seguidos de cruentos combates y escaramuzas supusieron un enorme desgaste en el ejército español, y es interesante observar cómo si bien al principio (1539-1540) cualquier ocasión era propicia para ranchear y acometer a los nativos, en los años postreros (1542-1543), con la moral y las fuerzas maltrechas, el interés era más bien el contrario: eludir el ataque de los indios.

Llegaron a Guancane, cuyos naturales se les mostraron enemigos y desearon pelear con ellos, presentándoles la batalla muchas veces. Empero los españoles la rehusaban, porque ya entonces traían pocos caballos y deseaban conservar los que quedaban.

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Los castellanos caminaban con cuidado de no hacer agravio a los indios, por no los irritar a que les hiciesen guerra.
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7. Dos razones para el desastre español en La Florida Aunque venimos notando que el Inca Garcilaso tuvo la sensibilidad de tratar a los indios de La Florida como pueblos dignos de conservar sus actos guerreros y costumbres de vida en los anales de la historia, no hay que perder la perspectiva y conviene recordar que él estaba del lado español.

  • Está convencido de la necesariedad de que esas tierras acaben cristianizándose y colonizándose según el modelo occidental, y repetidas veces hace votos porque ese día llegue pronto.
  • En este sentido, el Inca Garcilaso participa de la mentalidad providencialista de la época que instaba a seguir descubriendo y conquistando zonas ignotas en pro de su evangelización, pero se distingue en que humaniza al indio salvaje ; lo ve como un infiel que hay que ganar para la causa de la cristiandad, como alguien necesitado de ser reconducido, colonizado, educado según el patrón español, pero sin minusvalorar ni desdeñar sus raíces culturales.

A partir de aquí, el Inca Garcilaso no osará criticar abiertamente el proceso conquistador, aunque le repugnen ciertas actitudes y comportamientos, pero un poco entre líneas sí que apunta dos razones capitales por las que, en su opinión, se fracasó en La Florida: 1) el móvil principal de toda la expedición fue el del enriquecimiento; no había espacio para el altruismo, y la sed de oro fue el acicate mayor de todos los participantes; 2) la evangelización de las nuevas tierras descubiertas quedaba relegada a una segunda fase, cuando se empezara a poblar la zona, de modo que en esta tentativa inicial el objetivo claro era conquistar y no evangelizar; en razón de estas prioridades se perdían muchas almas indias que hubieran podido salvarse, y eso dolía en lo más profundo a un mestizo como Garcilaso de la Vega.

Nuestro cronista no se anda con tapujos a la hora de afirmar que «el primer intento que estos castellanos llevaban era conquistar aquella tierra y buscar oro y plata; no atendían a otra cosa que no fuese plata y oro» (IIa, 12). A veces se puede recurrir al humor para explicar mejor tal obsesión, y es lo que el autor hace al principio, cuando los expedicionarios todavía están en La Habana.

Es el caso que hallándose allí un cautivo floridano, quiso informar que en su tribu vivía un tal Juan Ortiz, español que perteneció al ejército de Pánfilo de Narváez: «y como a este mal hablar del indio se añadiese el peor entender de los buenos intérpretes que declaraban lo que él quería decir, y como todos los oyentes tuviesen por principal intento el ir a buscar oro, oyendo decir al indio Orotriz, sin buscar otras declaraciones, entendían que llanamente decía que en su tierra había mucho oro, y se holgaban y regocijaban sólo con oírlo nombrar, aunque en tan diferente significación y sentido» (IIa, 5).

De otro tenor es el detalle que narra cómo tras una penosa travesía a través de una ciénaga, cuando un grupo de treinta españoles se reencuentra con sus compatriotas que los esperaban cómodamente, nadie los interroga por su salud o por la de su jefe o algún amigo, antes bien «preguntaron casi todos a una, con gran ansia de saberlo, si había mucho oro en la tierra» (IIb, 16); de aquí surge la siguiente apostilla del Inca: «La hambre y deseo de este metal muchas veces pospone y niega los parientes y amigos»,

Pero no termina aquí la anécdota, pues poco después estos treinta castellanos fueron recibidos por el cacique indio Mucozo, que era amigo, y «uno por uno les preguntó cómo venían de salud y cómo quedaba el gobernador», de modo que éstos notaron bien «cuán de otra manera los había recibido y hablado este curaca que sus propios compañeros, que no habían preguntado sino por oro» (IIb, 16).

Más tarde, al cruzar la región de Apalache, los castellanos prenden a dos indios para que les guíen hacia las tierras del interior, siendo su móvil principal el de buscar oro y plata: «Preguntado por las cosas que en ellas había visto, si tenían oro o plata o piedras preciosas, que era lo que más deseaban saber, respondió que en una provincia llamada Cofachiqui había mucho metal como el amarillo y como el blanco,

Demás de los metales dijo que había grandísima cantidad de perlas, Con estas nuevas quedaron nuestros españoles muy contentos y regocijados, deseando verse ya en el Cofachiqui para ser señores de mucho oro y plata y perlas preciosas» (IIb, 24). Varios capítulos más adelante se insiste en esto mismo: «deseaban verse ya en Cofachiqui, donde por las nuevas que habían tenido que en aquella provincia había mucho oro y plata, pensaban cargarse de grandes tesoros y volverse a España» (III, 2).

Por fin, tras pasar incontables penalidades, hambrunas y batallas, llegaron los expedicionarios a la anhelada provincia de Cofachiqui; mas la decepción fue inmensa, dado que el metal dorado a que se referían los indios resultó ser cobre y azófar (latón), de muy escaso valor. La frustración española se mitigó en parte con el hallazgo en los enterramientos de los indios nobles de grandes cantidades de perlas ensartadas en largos collares, pero para su desgracia estas perlas habían sido agujereadas al fuego y adquirido con ello una cierta negrura que desmerecía su valor: «Las perlas pierden mucho de su hermosura y buen lustre por sacarlas con fuego, que las para negras» (III, 17); y más adelante: «Por haber sido horadadas con agujas de cobre calentadas al fuego, habían cobrado algún tanto de humo y perdido mucha parte de la fineza y resplandor que de suyo tenían» (III, 18),

Repito que aunque el Inca no critica abiertamente estas cosas -no podía hacerlo a la altura de 1605-, sí lo hace de modo implícito, doliéndose de que el ánimo principal de los castellanos, antes que el de colonizar, cartografiar, evangelizar o poblar la tierra, fuese el de tomar todo el oro y plata posibles y regresar a España enriquecidos:

Es mucho de llorar que una tierra tan fértil y abundante de las cosas necesarias para la vida humana como estos españoles descubrieron, la dejasen de conquistar y poblar por no haber hallado en ella oro ni plata.

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El ejército no llevaba instrumentos para tomar la altura, ni había quién lo procurase ni mirase en ello, porque con el disgusto que todos traían de no hallar oro ni plata, nada les sabía bien.

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Su fin no era andar demarcando la tierra, aunque la andaban descubriendo, sino buscar oro y plata.

En lo que a este tema respecta, se puede llegar a una conclusión semejante, si bien ahora es más perceptible el lamento de nuestro mestizo. Antes se ha dicho que el cacique Mucozo fue un firme aliado de los españoles; así lo pinta el cronista, quien a continuación se queja de que nadie se preocupara de bautizarlo, pues en su opinión «pocas persuasiones fueran menester para sacarlo de su gentilidad y reducirlo a nuestra fe católica.

Y fuera un galano principio para esperar que tal grano echara muchas espigas y hubiera mucha mies. Mas no es de culparles, porque estos cristianos habían determinado de predicar y administrar los sacramentos de nuestra ley de gracia después de haber conquistado y hecho asiento en la tierra, y esto les entretuvo para que no lo administraran desde luego» (IIb, 16).

La situación volverá a repetirse con la cacica Cofachiqui, otra gran aliada de los españoles, quienes «no le convidaron con el bautismo porque, como ya se ha dicho, llevaban determinado de predicar la fe después de haber poblado y hecho asiento en aquella tierra, que andando como andaban de camino de unas provincias a otras sin parar, mal se podía predicar» (III, 19),

  1. En otro momento se cuenta que los conquistadores se valieron de dos buenos indios como guías por el interior de La Florida, a quienes llamaban Marcos y Pedro, aunque no habían sido bautizados.
  2. Un día este último despertó dando gritos y con el cuerpo amoratado, atribuyéndolo a influencia diabólica; de aquí dedujo este indio «que los diablos habían miedo a los cristianos, por tanto él quería ser cristiano» (III, 5).

Allí se congregaron los sacerdotes, clérigos y frailes que iban en el ejército español, y «habiendo oído al indio, lo bautizaron luego y se estuvieron con él toda aquella noche y el día siguiente confirmándolo en la fe» (III, 5), El ejército cristiano, durante su avance, se esforzó por mantener los ritos y mandamientos de su fe: se oficiaban las misas los domingos y fiestas de guardar (III, 32); se nutrían de pescado en cuaresma (Vb, 12); procuraban abstenerse de comer carne los viernes, sábados y vísperas de festivos, aunque ello no siempre fue posible ; el domingo de Ramos del año 1543, a pesar de todas las penalidades, hicieron la correspondiente procesión «celebrando la entrada de nuestro Redentor en Hierusalén» (Vb, 12); etc.

Muy sentida fue la pérdida de la batalla de Mauvila, con su voraz incendio, pues allí ardieron no sólo «los cálices, aras y ornamentos que para el culto divino llevaban» (III, 31), sino todo resto de pan de trigo y vino que portaban junto a sí como especies eucarísticas necesarias para la comunión, con lo que a partir de entonces tuvieron siempre misas secas, o lo que es lo mismo, misas sin consagración de las dos especies y sin la culminación eucarística (III, 32),

Aunque no de modo regular, tras el paso por ciertos poblados indios sí que se erigieron algunas grandes cruces (IV, 6), pero en líneas generales hay que afirmar que la expedición española no tenía entre sus prioridades la evangelización de La Florida.

Aquello ni era poblar ni conquistar, sino alterar e asolar la tierra e quitar a todos los naturales la libertad, e no convertir ni hacer a ningún indio cristiano ni amigo ; las mujeres las querían también para se servir dellas e para sus sucios usos e lujuria, e que las hacían baptizar para sus carnalidades más que para enseñarles la fe.

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( Historia general, p.172)

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Pusieron los cristianos, en un cerro, la cruz. Rescibiéronla y adoráronla con mucha devoción, y digo con mucha devoción porque venían los indios ciegos y cojos a pedir salud. La fe déstos decía Rodrigo Ranjel que era mayor que la de los conquistadores, si fueran doctrinados, e que hiciera más fructo en ellos que no les hicieron esos cristianos.

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( Historia general, p.178)

Menos incisivo es Fidalgo de Elvas, si bien ya anota que, al embarcarse los supervivientes río Mississippi abajo para abandonar La Florida, se desprendieron de muchos indios que habían tomado a su servicio, y «los más de ellos quedaban llorando, lo que ponía gran lástima, viendo que todos aquellos de buena voluntad fueron cristianos y quedaban perdidos» ( Expedición, p.146).

Por lo que hemos dicho del indio Pedro se podrá ver cuán fáciles sean estos indios y todos los del Nuevo Mundo a la conversión de la fe católica, y yo, como natural y testigo de vista de los del Perú, osaré afirmar que bastaba la predicación de este indio, sólo con lo que había visto, para que todos los de su provincia se convirtieran y pidieran el bautismo, como él lo hizo. Mas los nuestros, que llevaban intención de predicar el evangelio después de haber ganado y pacificado la tierra, no hicieron por entonces más de lo que se ha dicho.

Como ya apuntara Miró Quesada, el Inca escribe su crónica una vez conjurado el peligro de un asentamiento hugonote-calvinista en La Florida (1564-1565), y no ha de interpretarse como algo casual que culmine el texto «no con un capítulo sobre Hernando de Soto, ni sobre su sucesor Luis de Moscoso de Alvarado, sino con el recuento de los mártires y las víctimas, seglares o religiosos, que había dejado precisamente la expedición de Pedro Menéndez de Avilés» (Miró Quesada 1955: 102), la cual fue la siguiente a la de Soto.

Bry, Theodore de, America, ed.G. Sievernich, trad.A. Kovacsics, Madrid, Siruela, 1995. Cubeñas Peluzzo, José Antonio, Presencia española e hispánica en la Florida desde el descubrimiento hasta el bicentenario, Madrid, Cultura Hispánica, 1978. De Mora, Carmen, «Introducción» a su edición de La Florida, Madrid, Alianza, 1988, pp.19-81. ——, «Historia y ficción en La Florida del Inca Garcilaso», en El Inca Garcilaso entre Europa y América, ed.A. Garrido Aranda, Córdoba, Caja Provincial de Ahorros, 1994, pp.229-236. Durand, José, «La biblioteca del Inca», Nueva Revista de Filología Hispánica, 2, 1948, pp.239-264. ——, «La memoria de Gonzalo Silvestre», Caravelle, 7, 1966, pp.43-52. Fernández de Oviedo, Gonzalo, Historia general y natural de las Indias, ed.J. Pérez de Tudela Bueso, Madrid, Atlas ( BAE 117-121), 1959, 5 vols. (Lo relativo a Hernando de Soto y La Florida, tomado a partir de las informaciones de Rodrigo Ranjel, se halla en el vol. II, BAE 118, libro XVII, caps.21-28, pp.153-181). Fidalgo de Elvas, Expedición de Hernando de Soto a Florida, trad. de Miguel Muñoz de San Pedro del original portugués de la Relación verdadera de los trabajos que el gobernador Don Fernando de Soto y ciertos hidalgos portugueses pasaron en el descubrimiento de la provincia de La Florida, ahora nuevamente hecha por un hidalgo de Elvas, Madrid, Espasa-Calpe (Austral, 1099), 1965, 3.ª edición. Garcilaso de la Vega, Inca, La Florida del Inca, ed. Sylvia L. Hilton, Madrid, Historia 16, 1986. (Reedición en Madrid, Dastin, 2002). ——, La Florida, ed. Carmen de Mora, Madrid, Alianza, 1988. Garrido Aranda, Antonio, «Introducción» a su edición del volumen colectivo El Inca Garcilaso entre Europa y América, Córdoba, Caja Provincial de Ahorros, 1994, pp.7-27. González de Barcia, Andrés, edición de La Florida del Inca. Historia del adelantado Hernando de Soto, gobernador y capitán general del reino de la Florida y de otros heroicos caballeros, Madrid, en la Oficina Real, a costa de Nicolás Rodríguez, 1723. Hernández de Biedma, Luis, Relación del suceso de la jornada del capitán Soto y de la calidad de la tierra por donde anduvo (conocida también como Relación de la isla de La Florida), Madrid, Real Academia de la Historia, fols.223-238. (Es copia manuscrita hecha en Simancas en 1784, a partir de la Relación original presentada por el autor ante el Consejo de Indias en 1544. Se editó en Londres, Colección de varios documentos, I, 1857; y también en Madrid, Colección de documentos inéditos América y Oceanía, t. III, 1865, pp.414 y ss. ; Exploradores y conquistadores de Indias, Madrid, 1964; ver asimismo el t. I de CODOIN. Hay traducción al inglés). Hilton, Sylvia L., «Introducción» a su edición de La Florida del Inca, Madrid, Historia 16, 1986, pp.7-53. Las Casas, Bartolomé de, Brevísima relación de la destruición de las Indias, ed.A. Saint-Lu, Madrid, Cátedra, 1996. Marín, José del Carmen, «El arte militar en la obra del Inca: armas y caballos», en Nuevos estudios sobre el Inca Garcilaso de la Vega. Actas del Symposium realizado en Lima del 17 al 28 de junio de 1955, Lima, Banco de Crédito del Perú, 1955, pp.189-227. (Un apretado resumen de este trabajo, de apenas cinco párrafos, se halla en la Revista del Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú, 8, 1954-1955, pp.179-180). Miró Quesada, Aurelio, «Creación y elaboración de La Florida del Inca », en Nuevos estudios sobre el Inca Garcilaso de la Vega. Actas del Symposium realizado en Lima del 17 al 28 de junio de 1955, Lima, Banco de Crédito del Perú, 1955, pp.87-122. ——, «La tercera dimensión del Inca Garcilaso», en El Inca Garcilaso entre Europa y América, ed.A. Garrido Aranda, Córdoba, Caja Provincial de Ahorros, 1994, pp.237-256. Moreno Báez, Enrique, «El providencialismo del Inca Garcilaso de la Vega», Estudios Americanos, 8, 1954, pp.143-154. Muñoz de San Pedro, Miguel, «Introducción», a su traducción de Fidalgo de Elvas, Expedición de Hernando de Soto a Florida, Madrid, Espasa-Calpe (Austral 1099), 1965, pp.11-31. Ranjel, Rodrigo, ver Fernández de Oviedo, Gonzalo, Historia general y natural de las Indias, Sáinz Sastre, María Antonia, La Florida, siglo XVI: descubrimiento y conquista, Madrid, Mapfre, 1992, 2.ª edición. Salas, Alberto Mario, Las armas de la conquista, Buenos Aires, Emecé, 1958. (Reeditado en Buenos Aires, Plus Ultra, 1986). Swanton, John R., Indians of the Southeastern United States, Washington, United States Government Printing Office, 1946. Valcárcel, Luis E., «Garcilaso el Inca visto desde el ángulo indio», Revista Histórica, 12, 1939, pp.29-137. Varner, John Grier, The Life and Times of Garcilaso de la Vega, Austin, University of Texas Press, 1968.

: Visor de obras.

¿Qué utilizaron los españoles después de la conquista?

Que Armas Trajeron Los Españoles Al Peru Los españoles utilizaban armaduras, que aunque evitaban que los indígenas los hirieran, las condiciones climáticas no los ayudaron mucho. A lo largo de la historia de México ha habido diversos episodios, algunos gloriosos, y otros que nos han mostrado momentos de debilidad. Que Armas Trajeron Los Españoles Al Peru Te puede interesar: Gonzalo Guerrero y Za´asil-Há: la trágica historia de amor entre un marinero español y una princesa maya Sin embargo, fueron varios los factores que ayudaron a que se concluyera este proceso de conquista, pues los españoles se aliaron a varios pueblos indígenas del territorio mexicanos que estaban bajo el yugo de los mexicas, prometiéndoles que los liberarían de ellos.

  • Además, otro de los factores importantes para la Conquista, sin duda alguna fue la de su armamento.
  • Las armas de los españoles superaban a las que tenían los mexicas, que eran letales, pero más rudimentarias.
  • Una de estas armas fue la pica larga,
  • Estos instrumentos bélicos eran utilizados por la infantería.

Se trataba de un arma de asta con una extensión de entre 3 y 5 metros con una cuchilla en el extremo, Estos eran instrumentos mucho más largos que las lanzas aztecas. Te puede interesar: Moctezuma Ilhuicamina: el tlatoani de Tenochtitlan que hizo de los mexicas un imperio También, los españoles usaron otro tipo de armas llamadas alabardas, otra arma de asta que en la punta tenía un filo y una hoja transversal. Que Armas Trajeron Los Españoles Al Peru Los españoles utilizaron armas como las ballestas o las picas largas para derrotar a los mexicas. La primera arma de lanzamiento de proyectiles que trajeron los españoles fueron las ballestas. En un principio causó estragos, pero los indígenas aprendieron a protegerse de sus poderosos proyectiles con paveses,

Aunque más potente, el inconveniente de la ballesta era su lentitud en comparación a las flechas indígenas. Para un funcionamiento óptimo se necesitaban varias personas. Además, apuntar a los indígenas en constante movimiento no era sencillo. Las armas de fuego ya habían aparecido en Europa en el siglo XIV, se desarrollaron en el siglo XV y en el XVI se empezaron a generalizar, lo cual produjo un cambio en la forma de guerrear en su conjunto.

Te puede interesar: Así eran las embarcaciones españolas que navegaron tras la caída de Tenochtitlan Otra de las armas usadas por los españoles, era el arcabuz, un arma de fuego de corto alcance, unos 50 metros, pero muy potente en comparación con los proyectiles indígenas.

  • Esta arma terminó por sustituir a la ballesta, ya que era más rápida, potente y exigía menos destreza.
  • Los arcabuces, no eran tan efectivos como temidos en el nuevo continente, debido a su peso y a las complicadas maniobras, a pesar de suponer un avance en manejabilidad respecto a la ballesta.
  • Su uso suponía un tiempo excesivo para responder y defenderse en un territorio difícil.

Los arcabuces eran armas de avancarga, esto es, que el proyectil y el propelente necesario para el disparo se cargaban por la boca del cañón. También se utilizó el mosquete, Aunque no se utilizó en los primeros años de la conquista, supuso una mejora respecto al arcabuz, Que Armas Trajeron Los Españoles Al Peru Los españoles utilizaron armas como los cañones, aunque estos eran de difícil transportación. La artillería con cañones se empleó en diversas ocasiones. Por lo general, las crónicas los denominan tiros, sin especificar tamaños o la categoría. A pesar de su presencia, su uso no fue tan frecuente.

  • El motivo no fue otro más que la dificultad del transporte por la espesa vegetación y los lagos y ríos.
  • Esto acentuaba el riesgo de emboscada.
  • Las armaduras de hierro y acero con las que los españoles llegaron, eran las mismas que usaban en la península ibérica y Europa.
  • Era un armamento propio de la época de los Reyes Católicos que ya habían usado en las guerras de Italia y la Guerra de Granada.

Sin embargo, el sol y el calor húmedos no eran muy amigables dentro de estas especies de hornos de hierro. Los cascos de hierro quemaban las cabezas, y las láminas de hierro en los hombros de la armadura les produjeron heridas y quemaduras dolorosas. Debido a esto, pronto aprendieron a cambiar estos hornos defensivos, por los vestidos ligeros y efectivos de los aztecas.

  1. Los españoles también utilizaron animales como armas.
  2. Durante la conquista destacó el uso de perros y caballos.
  3. Se dice que estas bestias provocaron verdadero terror en los indígenas.
  4. Los nativos americanos que Cortés encontró, jamás habían visto caballos, y llegaron a pensar, que el jinete y el caballo formaban parte del mismo ser.

Los perros adiestrados, principalmente alanos, mastines y dogos, eran también muy temidos por los indígenas y muy efectivos en tareas como la de rastrear y detectar la presencia del enemigo o en guardar y proteger los campamentos. SEGUIR LEYENDO:

¿Qué armas usaban los indígenas en el encuentro de América y Europa?

La espada fue el instrumento preferido de los jinetes. Las lanzas, dragas y puñales le siguieron en popularidad.

¿Qué armas llevaba Cristóbal Colón?

Parece que ya hubo en este primer viaje algunos caballos y perros. Gomara mencionó algún gato. Pero de lo que no hay duda que se trajo fueron las primeras armas: espadas, puñales y ballestas, mosquetes, arcabuces y pistoletes, falconetes y espingardas. La Pinta traía una bombarda.

¿Cómo se llamaba la principal arma de los españoles?

Arcabuz – El arcabuz fue el arma de fuego más utilizada durante la conquista. “Era un armatoste enfadoso, cuya caja de madera y largo cuño le proporcionaba una cierta semejanza con nuestros fusiles actuales” (Salas, c1950: p.207). Pesaba unos 8 kilos y su alcance era de no más de 150 pasos,

  • Para cargar el arcabuz había que meter por la pólvora por su boca, introduciendo después una bola de plomo, estaño o el material que se tuviese a la mano (piedras, botones, clavos, por ejemplo).
  • Cumplida la tarea, se aplicaba una mecha encendida a través del oído que comunicaba con el interior de la recámara.

Lo engorroso de este mecanismo dificultaba su uso. Para mejorar su eficacia, los arcabuceros disparaban alternadamente para que sus compañeros tuvieran tiempo de recargar el arma: “los llevó por delante con orden que no disparasen todos juntos sino uno a uno, que cuando uno tirase el otro cargase y que así se esperasen, de manera que no dejasen siempre de tirar para cerrar con ellos, porque a causa del miedo que tenían cuando algún arcabuz se disparaba, se bajaban todos” (Góngora y Marmolejo, 1862: 106).

  1. Para realizar un ataque repentino el arcabuz debía ser encendido y cargado con anterioridad, lo que implicaba un mayor consumo de mecha, la que tenía un alto costo.
  2. Su brillo, además, impedía emplearlos en un asalto nocturno,
  3. Pero los españoles no tardaron en utilizar ese recurso para engañar a los autóctonos: ataban mechas encendidas en cuernos de vacas, en las estacas de los fuertes o simplemente en el trayecto para aumentar falsamente su número.
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El clima también medró la eficacia de las armas de fuego. La lluvia presente en la zona central y sur del país, humedecía la pólvora y apagaba las mechas, Este detalle fue prontamente aprendido por los indígenas, quienes atacaban en días lluviosos o con garúa.

¿Que le dieron los españoles a los indígenas?

La idea del intercambio de objetos entre españoles y americanos que quedó arraigada en el imaginario occidental suele dar la idea de que los españoles sacaron ventaja de la “ingenuidad” de los americanos nativos al recibir oro, joyas y bienes preciados a cambio de sus baratijas.

En 1521 culminó la conquista del mayor imperio de Mesoamérica de la época, México-Tenochtitlan, por parte de España, que en ese momento era un conglomerado de reinos que recién se habían “confederado”. Con frecuencia se escucha decir que los españoles engañaron a los mesoamericanos y les cambiaron “espejitos por oro”; sin embargo, las fuentes históricas son parcas cuando hablan de espejos, aunque se mencionan “espejuelos”, palabra que tiene connotaciones despectivas.

Cuando en 1519 Hernán Cortés estuvo en la costa veracruzana, los mexicas que vivían ahí y los totonacas cambiaron objetos de oro “por cuentas, espejos, broches, agujas y tijeras”. De igual forma, se menciona que los españoles que habían llegado de Cuba a la península de Yucatán entre 1517 y 1518 intercambiaron cuentas de vidrio con los mesoamericanos por pequeñas joyas de oro, piezas que tenían aplicaciones de ese mismo metal, mantas, ropa, alimentos y cerámica, entre otros objetos.

¿Qué tecnología trajeron los españoles al pueblo incaico?

Historia: Línea de tiempo – Catorce mil años de culturas únicas precedieron a los Inka en los Andes. Cuatro, en particular, Chavín, Tiwanaku, Wari y Chimú, influyeron en las tradiciones de los Inka y sentaron las bases para el surgimiento del Imperio Inka y el sistema vial Qhapaq Ñan o el Gran Camino Inka. En menos de cien años, los Inka utilizaron la pericia y la innovación para mejorar las infraestructuras existentes y desarrollar un imperio sofisticado. Cuando los conquistadores españoles llegaron a Tawantinsuyu en 1532, el sistema del Gran Camino Inka les dio fácil acceso al imperio. Ya debilitado por la guerra civil y la viruela, el Imperio Inka cayó. Bajo el dominio español, la infraestructura del Imperio Inka se deterioró rápidamente. Los españoles trajeron nuevas enfermedades, animales y plantas e introdujeron nuevas creencias y leyes que transformaron la vida de los pueblos andinos y sus tierras. A pesar de más de 500 años de presiones coloniales, hoy más de siete millones de descendientes de los Inka continúan sus tradiciones y un estilo de vida andino que se centra en valores comunitarios, incluyendo la reciprocidad y un profundo respeto por la tierra.1000 a.C.–100 d.C. CHAVÍN “>

¿Qué armas y animales fueron usados para vencer a los incas?

La Conquista del Per – Educared Per – Estudiantes Llegada y conquista del Per

Factores que contribuyeron a la Conquista Superioridad tecnolgica Enfermedades y epidemias Pugnas dentro del Tahuantinsuyo

Hubo diversos recursos que marcaron la superioridad tecnolgica de los conquistadores espaoles sobre la resistencia inca. Las armas son los artefactos en los que ms evidente es esta diferencia tecnolgica. La ventaja que otorgaban las armas de fuego a los espaoles; frente a los arcos y flechas, las macanas, las lanzas y las cachiporras de los incas; fue considerable.

  1. Sin embargo los animales fueron tambin herramientas furndamentales como elementos de intimidacin utilizados por los espaoles contra los incas.
  2. En este sentido los caballos fueron determinantes, no slo como herramienta de intimidacin, si no tambin como medio que facilit y dinamiz la movilizacin de los conquistadores.

Los perros de los conquistadores causaron, asimismo, pavor entre los indgenas por su ferocidad que, habiendo sido exacerbada para la guerra de reconquista espaola, se utiliz tambin como arma en la conquista de Amrica. Las epidemias y enfermedades que llegaron a Amrica con los conquistadores europeos debilitaron y diezmaron la poblacin nativa de todo el continente.

Sin embargo el caso del Per fue particular. Enfermedades como la viruela y la influenza llegaron antes que los conquistadores a los territorios del Tahuantinsuyo. Por esta razn, cuando los primeros espaoles llegaron a Tumbes, las enfermedades y epidemias ya tenan varios aos ocasionando muertes y debilitando la salud de la poblacin del imperio.

Incluso se cree que el Inca Huayna Cpac y el Auqui elegido para su sucesin perecieron vctimas de la viruela, casi 10 aos antes que la expedicin de Pizarro llegara a la zona de Tumbes. Dichas enfermedades, sin embargo, no atacaron a toda la poblacin del imperio por igual.

  1. El clima determin cules poblaciones seran las ms afectadas, y cules las ms protegidas.
  2. Los poblados de la costa norte y central, de clima clido, fueron los ms vulnerables a la propagacin de enfermedades y epidemias.
  3. Por otra parte, el fro y la altura de los andes protegieron a los pobladores de la sierra, con excepcin de los que habitaban los valles del centro y del sur (el valle del Mantaro y el de Urubamba), cuyo clima excepcionalmente templado y clido favoreci la propagacin de las ya mencionadas enfermedades.

En todo caso, es evidente que las propagacin de enfermedades contribuy de manera determinante al xito de la conquista al haber debilitado y aniquilado a gran parte de la poblacin del Tahuantinsuyo. La llegada de los espaoles al Tahuantinsuyo coincidi con la lucha interna que Huascar y Atahualpa, ambos hijos de Huayna Capac, sostenan por el control del imperio incaico.

Esta lucha que por mucho tiempo fue descrita como una guerra fratricida que demostraba la decadencia del imperio, al parecer no fue sino la repeticin de las guerras rituales tras la muerte de un inca. La sucesin no exista dentro del Tahuantinsuyo, la eleccin del Inca se realizaba entre los jvenes ms aptos y que mejores condiciones reunan para el mando.

Una vez elegido a los posibles candidatos, deban ellos contar con el apoyo de las panacas cuzqueas, es decir los grupos familiares descendientes de los antiguos incas. Estas panacas se encontraban divididas en Hanan y Hurin, las dos parcialidades en que estaba dividida la organizacin andina y a la que pertenecan las dinastas incaicas.

  1. Esta dualidad organizaba la vida en los Andes, lo Hanan tena ascendencia sobre lo Hurin; en el caso de esta guerra ritual, durante su desarrollo el representante del bando Hanan era identificado y se le apoyaba pues deba ganar para mantener el orden natural de las cosas.
  2. En el caso de la guerra entre Huascar y Atahualpa se puede observar dicho patrn.

Tras un rito de iniciacin, Atahualpa se le identifica como el inca Hanan y a partir de ese momento las crnicas solo hablan de las batallas ganadas por dicho inca. Huascar est destinado a perder y a ceder a favor del inca de Tumipampa. Si bien es cierto que para la fecha en que llegan los espaoles el Tahuantinsuyo tuvo su mayor expansin, no se puede negar que en sus fronteras exista poca poblacin como para mantener los vnculos de reciprocidad y redistribucin que eran los pilares en la economa y organizacin social incaica.

  1. En este sentido es posible afirmar que por el ao de 1532 hubo cierta descomposicin en la estructura organizacional, pero ello no es fruto de las guerras entre Huascar y Atahualpa.
  2. Estas batallas eran parte de un rito cclico que se realizaba a la muerte de cada inca.
  3. El rito coincidi con la llegada de los peninsulares, quienes se valieron de dicho enfrentamiento para tomar control sobre el Tahuantinsuyo.

: La Conquista del Per – Educared Per – Estudiantes

¿Qué es lo que trajeron los españoles?

¿Que nos dejaron los españoles de comida? – En el marco del I Foro Gastronómico Dominicano 2015: Identificando la esencia y los matices de nuestros sabores – La cocina dominicana está conformada por varias tradiciones culinarias, una de las cuales viene de España.

Si queremos emprender el difícil camino de comprender la cultura dominicana, incluyendo su culinaria, debemos comenzar por aceptar la realidad de que somos un pueblo inicialmente mezclado de indígena, español y africano (Dobal 1997:63). El mestizaje fue un fenómeno generalizado en América, pero en la isla Española acusó rasgos más intensos.

Indios, blancos y negros no se mezclaron y fusionaron por gusto, sino por necesidad y azar histórico. Cuando las tres etnias o culturas se encontraron en un proceso de aculturación, intercambio cultural y sincretismo crearon una cocina que no era española, ni indígena, ni africana, sino un producto nuevo con múltiples ingredientes.

  1. El indígena y el negro se españolizaron y el español se indigenizó y se africanizó.
  2. Hablar de cocina española en Santo Domingo colonial es enfatizar una parte del todo.
  3. Con solo mencionar los limones, naranjas, alcachofas, berenjenas, arroz, caña de azúcar, nueces, pimienta, aceite de oliva, hierbabuena, azafrán, orégano, judías verdes, lentejas, almendras, fideos, garbanzos como legados de la cocina árabe a la española resulta suficiente para ilustrar su influjo.

Colón partió de España hacia el Nuevo Mundo en agosto de 1492 en tres naves con bizcocho o galleta de barco, vino, aceite, vinagre, legumbres (judías, garbanzos, lentejas y habas), chacinas, carnes y pescados en salazón, frutos secos, ajos, cebollas, queso y miel.

La mayor parte de los navíos se destinaba al transporte de provisiones y de gente con permiso oficial. Desde Sevilla o Cádiz se controlaba el tráfico y se monopolizaba el aceite de oliva, el vino, la sal y los pescados salados. Los animales iban en la cubierta, tal como se observa en un grabado de 1493.

Según una relación de 1497, cada colono debía recibir media libra de carne, de tocino y de pescado durante seis meses, y cada labrador y cada mujer trece y casi siete quintales al año respectivamente. El vino, víveres, legumbres, aceite y vinagre había que comprarlos.

  • Los casi sesenta quintales de cebada y otras mercaderías adicionales los pagaron el obispo y el Almirante.
  • Al llegar a las islas Lucayas, los españoles fueron recibidos como hombres del cielo y les trajeron “de comer y beber”.
  • A un indio que llevaba pan, hojas secas y un pedazo de tierra bermeja amasada, Colón le dio a comer pan y miel.

El Almirante y sus hombres vieron verdolagas y bledos, ñames parecidos a zanahorias, leguminosas llamadas faxones y fabas, jutías o “conejos de la India”, cangrejos y comieron camarones y peces como albures, salmones, lisas, sardinas, lenguados y uno que parecía un puerco.

  • Comieron pan de yuca con sabor a castaña y ajes muy sabrosos.
  • Colón veía ahumadas donde quiera que iba y los españoles descubrieron en tierra que los indios cocinaban sus alimentos en barbacoas, de donde procede la técnica barbecue.
  • Conservó algunas frutas para llevarlas a los Reyes.
  • Los indios le llevaron pan, pescado y una especia llamada ají que bebían con agua.

Desayunó ajes, camarones, jutías, pan de casabe, verduras y otras viandas. Encontró hermosa la higiene de un cacique quien después de comer se lavó las manos con hierbas. Colón regresó a la isla Española en 1493 con 1,200 hombres hambrientos y fundó la primera villa llamada La Isabela en la costa norte, donde a partir 1494 los alimentos europeos se adaptaron y se intercambiaron con los de la población aborigen.

Un buen pescado del lugar suplió las carnes escasas y sirvió como alimento de enfermos. Se hicieron construcciones en piedra y en madera, y un canal del río regaba las hortalizas sembradas para ensaladas como melones, cocombros, calabazas y rábanos. Las cebollas, puerros y lechugas no crecieron mucho, excepto el perejil.

El intercambio de alimentos no se hizo esperar: “los indios nos traían víveres y nosotros les dábamos nuestras propias provisiones”. Como dijo Pedro Henríquez Ureña, los españoles aprendieron a comer la comida de los indios y a guisarla a su manera, a gustar sus bebidas y a utilizar sus cacharros, sus métodos de caza y de cultivo.

  • Sin embargo, los españoles no pudieron comer su comida típica, porque no se estableció un puente regular de acopio desde España.
  • La convivencia pacífica y el intercambio dietético entre indios y españoles cesó cuando se hicieron las primeras incursiones al interior de la isla (Guerrero y Veloz 1988).

Los españoles se enfermaban y morían de hambre, pero los indios no podían suplir la comida demandada. Según Las Casas, un español comía en un día más que toda una familia indígena en un mes. Para que los españoles se marcharan de la isla, los indios dejaron de sembrar y destruyeron los conucos plantados.

Los españoles comieron asados o cocidos culebras, lagartos, arañas, jutías y perritos indígenas. La adaptación de los españoles a los productos antillanos alteró la dieta indígena. El hambre, las dolencias y los conflictos políticos crearon una atmósfera explosiva en La Isabela. Colón enfrentó motines, reprimió a la población y ahorcó a varios españoles.

Para mayo 1494, cinco personas se alimentaban con un huevo de gallina y una caldera de garbanzos. El Almirante no dejaba que se pescara y traía los peces salados de España porque eran un negocio del Rey. En 1495 arribaron cuatro naos de España con trigo, cebada, legumbres, habas, garbanzos, bizcocho, azúcar, vino, aceite, vinagre, higos secos, tocino, ganado, gallinas, conejos vi- vos, arroz y pescado salado “de todas suertes” (Sauer 1993:138).

  • La población fue repartida entre los pueblos de indios que tenían alimentos, pero Bartolomé Colón no pudo terminar el fuerte de San Cristóbal por falta de comida.
  • Dejó casabe y un perro para cazar jutías a doce hombres y se fue a La Vega para recibir un tributo en víveres y a Xaraguá donde le dieron pan de yuca, maíz, pescado, iguanas y una vajilla de platos, calderos y escudillas de madera.

Entre 1496-1498, el alcalde Ximeno de Roldán y centenas de hombres incendiaron La Isabela y mataron las vacas del Rey. Casi trescientos roldanistas se convirtieron en “caciques blancos” y se amancebaron con indias que les servían de camareras, lavanderas y cocineras, y obligaron o persuadieron a los indios a hacerles casas y buscarles comida.

  1. A los españoles que llegaron en dos naves cargadas de alimentos de España, Roldán les ofreció en vez de hambre, abundancia, en vez de empuñar el azadón, tocar tetas de doncellas.
  2. Colón acordó con Roldán pagarle los trescientos cinquenta puercos grandes y pequeños que le habían quitado cuando se rebeló.

La ciudad de Santo Domingo se empezó a construir después que el cacique Agueybaná o Cayacoa sembró más ochenta mil montones de yuca entre Caucedo y Juan Dolio. Cristóbal Colón llegó a la villa a mediados de 1498 con el trigo, vino y carnes dañados, pero esta vez trajo agricultores asalariados para sembrar cereales y criar ganado.

  • Elogió el pan de los indios como más sano que el de trigo y la abundancia de jutías que un indio con un perro podía cazar hasta 20 al día, así como las gallinas y los infinitos puercos reproducidos de ochos puercas que trajo de Canarias y cuyo sabor se debía a la abundancia de frutos que comían.
  • A Colón se le destituyó como gobernador y se le expropiaron sus bienes, aunque la reina ordenó en 1501 que se le devolvieran sus raíces, semillas, pan, vino, caballos, ganado y cien ovejas traídas de Canarias por Bartolomé.

Pudo realizar un último viaje en un navío con doscientos quintales de bizcocho y otros bastimentos, y estuvo un mes en la ciudad de Santo Domingo. El gobernador Nicolás de Ovando llegó en abril de 1502 con dos mil quinientos hombres y algunas mujeres.

En agosto de ese año, la ciudad de Santo Domingo fue destruida por un huracán por lo que el gobernador la trasladó al oeste del río Ozama. Los recién llegados tuvieron que cambiar con los roldanistas ropa por alimento. En septiembre de 1502, los reyes enviaron cinco naos con setenta toneles de vino, tres mil seiscientos quintales de trigo y harina, mil doscientos quintales de cebada, caballos, yeguas y los esclavos negros que quisieren, aunque debían ser cristianos (Marte 1981:41).

Estaba vedada la importación de pan y harina. Ovando estableció un nuevo esquema colonizador, incentivó la producción de alimentos agropecuarios, reconstruyó la ciudad de Santo Domingo, levantó quince pueblos y activó la minería y el comercio. Los indios encomendados labraban las tierras y criaban ganado.

  • El juego, la bebida y la mala vida eran partes de la vida urbana.
  • Tantos vagos y rufianes llegaron que Ovando ordenó detener su envío.
  • En cada villa había mesones, ventas y tabernas.
  • La taberna más famosa de la ciudad de Santo Domingo se llamaba Pie de Hierro y pertenecía a frei Alonso del Viso y a su esposa Cordobesa, quien vino con salario del Rey.

En 1526 se abrió una casa de prostitución para apartar a las familias decentes de la gente del mal vivir. Para explotar una mina en Puerto Plata, Ovando solicitó traer negros ladinos nacidos en España. No fueron los primeros negros que vinieron a la isla porque Colón había traído uno o dos en su Segundo Viaje y el propio Ovando vino con un cocinero negro y cuando llegó como gobernador muchos se habían fugado con los indios.

  1. La isla se autoabastecía de ganado, caballos y yeguas.
  2. La carne de puerco y de res era más abundante que en España y accesible a toda la población.
  3. Cada encomendero mataba un puerco a la semana y el día en que se encontró el grano de oro más grande de la isla, el cual tenía la forma de una hogaza de pan, se hizo una fiesta y se asó un lechón o cochino y lo comieron en un plato de oro fino.

La situación en España era opuesta a la de la isla Española. Los precios de los cereales en Castilla y León eran altísimos, sobre todo en el mercado negro. Las familias iban de una villa en otra “muertas de hambre” (Arranz 1979:17). En 1511 había un encargado de la comida de indios y negros que ganaba doce mil maravedíes, se permitió que los colonos pagaran sus diezmos en productos y el obispo de La Concepción solicitó al Rey importar semillas y hacer experimentos con ellas en la isla.

  1. El Rey felicitó al Virrey por no permitir que se comiera carne en cuaresma y días prohibidos y se le ordenó dar a los indios de las minas carne y pescado dos veces al día y los días permitidos.
  2. La isla abastecía la comida a los conquistadores que iban a las islas y Tierra Firme.
  3. Como la población indígena desaparecía por trabajo excesivo y, según denunció Antonio Montesino, porque no les daban de comer, se ordenó en 1512 que los indios se alimentaran diariamente con casabe, ñame, ají y sardina y, los días de fiesta y cada domingo, con carne guisada, y los que trabajaban en las minas debían criar sus propios puercos.

En 1514 la élite colonial recibió la mayor cantidad de indios repartidos y aunque un pastelero y un pescador recibieron algunos, se produjo un levantamiento popular entre labradores, hortelanos y panaderos. El repartidor fue acusado de recibir como soborno terneras, gallinas, capones y vinos en posadas y alguien se quejó que sus criados no pagaron lo que comieron en su venta (Arranz 1991:493).

A partir de 1515 comenzó la construcción de ingenios de azúcar y la siembra de cañafístola, planta usada como purgante en Europa. El oro y los indios se agotaban y los españoles emigraban a Tierra Firme. Se usaba la concha del carey para hacer escudos y la carne de ganado mantenía precios bajos por lo que una vaca valía dos pesos y una oveja medio peso (Moya 1977:178).

El padre Las Casas aprovechó la regencia del cardenal Cisneros en España para exigir la evangelización pacífica y la libertad de los indios. En cada pueblo debía haber una carnicería, cincuenta vacas y seiscientos cerdos criados entre todos. Se concedieron privilegios a los labradores que pasasen a la isla para disfrutar la abundancia de frutos y ganados.

  • Para proteger a los indios del trabajo duro, se propuso introducir negros bozales de África.
  • Los encomenderos se opusieron a la libertad de los indios porque supuestamente eran vagos dedicados al vino y a las cohobas y preferían comer en los montes arañas, raíces y pescados antes que los mantenimientos de los españoles.

Los indios que sobrevivieron se hispanizaron, se hicieron trabajadores domésticos y se dedicaron a sembrar y a criar ganado. Los negros esclavos procedían de culturas que tenían mayor dominio de la agricultura y la ganadería que ellos. Los ingenios de azúcar trabajaban con esclavos y con técnicos canarios y portugueses.

Colón había traído las primeras cañas de Canarias, pero se importaba azúcar hasta que en 1514 se produjo para consumo interno. Cada villa colonial tenía sus hortelanos, venduteros, carniceros, pescadores, aguateros y pocilgueros (Moya 2008:103). En Santiago se comía queso, pasteles de harina, frutas de sartén y postres dulces fritos, como los buñuelos.

En 1529 se propuso un plan para la repoblación de la isla en el que se importarían cien negros libres de impuestos y los vecinos recibirían un pedazo de tierra, diez vacas, cincuenta ovejas, cuatro puercas, una yegua, dos novillos y seis gallinas. En 1530, el cacique Enriquillo y otros indios “gandules” al servicio de un ciguayo que atacaban villas y minas fueron perseguidos por cuadrillas de españoles, negros e indios pagadas con un impuesto a la carne y a otras granjerías.

  • En 1540 había en la isla más de cuarenta ingenios azucareros atendidos por doscientos portugueses y canarios, mientras la Audiencia solicitaba que se importaran negros y harina libres de impuestos.
  • El Rey había dado licencia para traer pan, vino y otros mantenimientos desde Canarias.
  • Los barcos sacaban harina de Andalucía escondida en cajas y botijuelas.

Se solicitó una bula para que los negros e indios pudieran comer carne en Cuaresma y cada sábado (Marte 1981:385). En 1542 el Rey ordenó que los pastos, montes y aguas fueran comunes para todos los vecinos y los hateros podían hacer corrales y asientos donde quisiesen.

Las negras llamadas ganadoras vendían mercadorías en la calle y los negros andaban tan ricos en oro y vestidos que según el arcediano Álvaro de Castro “son más libres que nosotros”. A partir del siglo XVII, el binomio hato-conuco garantizaba la subsistencia de la colonia. La tierra no tenía valor en sí sino por el ganado.

En conucos y hatos trabajaban blancos, negros y mulatos con un nivel de vida similar. Comían carnes de vaca o de puerco con plátano, yuca y otras raíces y ocasionalmente arroz y frijoles, cuya mayor sofisticación se alcanzaba con la preparación de un sancocho o de un arroz con pollo.

¿Cómo eran las armas antes?

Armas de época prehistórica – Al hombre, desde que hizo su aparición en la tierra, le fue necesario mucho tiempo y adquisición de conocimiento para aprender a cazar animales con efectividad. La mayoría de sus armas eran fabricadas con palos y piedras.

Con la creciente amenaza por parte de animal. ​ Comenzaron usando garrotes y hondas para cazar y defenderse de animales carnívoros así como de otros enemigos. En algunas pinturas rupestres africanas, con una supuesta antigüedad de 8.000 años (6.000 aC), se muestran hombres armados con garrotes y otras armas afiladas que recuerdan a mazas,

Las mazas hechas de madera fueron usadas en África durante un largo período de tiempo. Más tarde, los garrotes fueron hechos de metal y llamados mazas. Hasta las hachas de madera, usadas para cortar madera fueron entonces forjadas en metal. Las hachas fueron mayormente usadas en Europa y Asia, mientras que en lugares como Australia o Nueva Zelanda se usaban búmeran, que, sin embargo, no fueron diseñados para regresar después de su lanzamiento.

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¿Cuántos caballos llevaban los españoles?

¿Cuántas víctimas se cobró la conquista del imperio azteca a manos de Hernán Cortés? “Hechos grietas, desgarrados quedaron sus cuerpos. Todas las entrañas cayeron por tierra. Y había algunos que aún en vano corrían: iban arrastrando los intestinos y parecían enredarse los pies en ellos.

Anhelosos de ponerse a salvo, no hallaban a dónde dirigirse”. El relato es de la matanza del Templo Mayor en la fiesta Tóxcatl acometida por el ejército español y los tlaxcaltecas (uno de los pocos pueblos a los que los aztecas no habían logrado someter) en contra de los pobladores de Cholula en mayo de 1520, de la que dan cuenta los indígenas en náhuatl y los códices recuperados en la obra Visión de los vencidos, de Miguel León-Portilla.

Más información Es uno de los episodios más cruentos de la conquista de México y así lo identifican varios historiadores. La historia comenzó hace ahora 500 años, con la llegada de los españoles al territorio que ahora pertenece al Estado de Veracruz, en abril de 1519.

  • Hernán Cortés desembarcó con menos de 700 hombres y 16 caballos y yeguas según las crónicas del explorador Bernal Díaz del Castillo.
  • Los códices de la época, las cartas de relación que el propio Cortés envió al emperador Carlos V y las numerosas crónicas de los navegantes y misioneros han ayudado a desvelar la serie de gestas desarrolladas de 1519 a 1521.

El encuentro de dos mundos marcado por la espalda, el escudo y la flecha. El investigador de la UNAM Federico Navarrete explica que los españoles demostraron siempre una capacidad de ejercer violencia que no tenía precedentes en la historia de Mesoamérica.

  1. Lo que querían era demostrarles a los indígenas que sus dioses eran falsos y qué mejor manera de mostrarles que sus dioses eran falsos que masacrándoles en estos santuarios”.
  2. El historiador y coordinador del proyecto de difusión digital Noticonquista, añade que la dominación española en el continente americano implicó la destrucción de una ciudad, Tenochtitlan, y casi el exterminio de la población.

A pesar de que Cortés llegó con tan pocos hombres en el momento de pisar México, ya en 1521, el año en que inicia el asedio de Tenochtitlan, contaba con el doble de efectivos y un contingente de más de 80.000 aliados indígenas, entre los que figuraban los tlaxcaltecas y huexotzincas.

  • Alejandro Rosas, divulgador de la historia, explica que Cortés no habría podido someter a un pueblo tan bélico como los aztecas si no hubiera contado con el apoyo de los vasallos.
  • Cortés llegó a un territorio poblado por naciones indígenas de las que casi todas eran tributarias o estaban sometidas a los aztecas”, comenta.

“Eso explica que la mayor parte de ellas, principalmente los tlaxcaltecas, se aliasen con Cortés. Estaban hartos del dominio azteca, de los tributos, del maltrato, de la guerra”, apunta. La investigadora de la UNAM Fernanda Valencia coincide en que, a diferencia de otros exploradores de la época, Cortés supo leer la coyuntura política que se vivía en Mesoamérica y tornar esta división interna en una ventaja para su proyecto de conquista.

De la mano de estas alianzas, Cortés consiguió vencer a Tenochtitlan, el epicentro del imperio mexica. Los expertos calculan entre 150.000 y 300.000 habitantes en la capital mexica. La ciudad, que los mismos exploradores comparaban en grandeza con Venecia, sucumbió ante el cerco de más de 80 días que emprendieron los conquistadores, de mayo a agosto de 1521.

Del análisis de los relatos, las pinturas y el patrimonio oral se ha deducido que murieron más de 240.000 indígenas durante este trance, casi todos ellos parte de la nobleza azteca. “Este fue el modo como feneció el mexicano, el tlatelolca. Y ya no teníamos escudos, ya no teníamos macanas, y nada teníamos que comer, ya nada comimos.

  1. Y toda la noche llovió sobre nosotros”, describe un relato anónimo de Tlatelolco redactado en náhuatl hacia 1528.
  2. En una especie de tormenta perfecta, las epidemias jugaron en contra de los aztecas.
  3. Cuando Hernán Cortés pisó suelo mexicano en 1519 vivían en el actual territorio mexicano entre siete y once millones de indígenas, según el cálculo de los expertos.

En 1576, en cambio, el censo estimado era de cuatro millones de indígenas. Al término del siglo XVI, apenas quedaban ya dos millones. Ese descenso, atribuible en parte a las guerras y la explotación, se debió sobre todo a las epidemias. Los indígenas desconocían aquellos males, pero les dieron nombre.

Los mexicas llamaron “hueyzáhuatl” quizá a la viruela, o “hueycocoliztli”, en general, a la pandemia. La peste ocasionó la muerte de entre un 60% y un 80% de los indios en menos de 80 años. “No podía acostarse cara abajo, ni acostarse sobre la espalda, ni moverse de un lado a otro. Y cuando se movían algo, daban de gritos.

A muchos dio la muerte la pegajosa, apelmazada, dura enfermedad de grano”, describen los estudiantes indígenas de fray Bernardino de Sahagún en un escrito de 1528. Pero la sombra de la muerte también planeó sobre los asentamientos españoles. Díaz del Castillo da cuenta de las decenas de sacrificios que realizaron los indígenas con los españoles que lograban capturar después de cada batalla.

Después de meses de batallas, el imperio azteca reconoció su derrota en agosto de 1521 a manos de los españoles, pero también de sus antiguos vasallos, quienes prefirieron pactar con los extraños “de carnes blancas y barba larga” antes que regresar al periodo de explotación y pago de tributos de los aztecas. Los indígenas del centro de Mesoamérica redactaron en náhuatl algunos “cantos tristes, elegías en su lengua náhuatl sobre la muerte de sus tlatoanis, la caída de sus guerreros y los últimos días de Tenochtitlan, durante casi dos siglos cuna de la nobleza mexica: Destechadas están las casas enrojecidos tienen sus muros. Gusanos pululan por calles y plazas, y en las paredes están salpicados los sesos. Rojas están las aguas, están como teñidas, y cuando las bebimos, es como si bebiéramos agua de salitre.

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte : ¿Cuántas víctimas se cobró la conquista del imperio azteca a manos de Hernán Cortés?

¿Qué armas tenían los primeros pobladores de América?

Un descubrimiento extraordinario – El hallazgo de estas nuevas herramientas más antiguas ha cambiado la historia. Ahora todo apunta a que los clovis descienden de los moradores más antiguos, que aprendieron las técnicas para construir herramientas de ellos y que, eso sí, las perfeccionaron.

  1. Ahora queda abierta la incógnita de cómo llegaron miles de años antes estos hombres hasta América.
  2. En concreto, los científicos han encontrado 15.528 artefactos.
  3. Entre las herramientas hay cuchillos afilados por las dos caras, espátulas y hachas,
  4. Estaban hechos de sílex y eran pequeñas, por eso creen que estaban hechos con la idea de ser transportados de un sitio a otro.

Los artefactos estaban situados en un estrato más profundo que el de la cultura clovis en un yacimiento a unos 60 kilómetros de Austin, en Texas, y que han llamado el complejo Buttermilk, Esto, según los arqueólogos, es prueba irrefutable de que hubo humanos que vivieron antes que los clovis,

¿Por qué se le llama arma blanca?

Un Arma Blanca básicamente es llamada así por ser de metal cortopunzante, osea que con sus bordes afilados puede cortar y/o punzar en lo que eran los combates cuerpo a cuerpo, tenemos así: cuchillos, puñales, espadas, floretes, navajas, hachas, bayonetas, dardos, flechas, lanzas y manoplas de diferentes modelos.

¿Que nos robo Cristóbal Colón?

Esclavizó a los indígenas – Durante sus viajes a través de las islas del Caribe y las costas de América Central y del Sur, Colón se encontró con pueblos indígenas a quienes calificó como “indios”. Colón y sus hombres esclavizaron a muchos de estos nativos y los trataron con extrema violencia y brutalidad, según History.com.

A lo largo de sus años en América, Colón obligó a los nativos a trabajar para tener ganancias. Más tarde, envió a miles de “indios” taínos a España para venderlos, y muchos de ellos murieron durante el viaje. Los nativos que no fueron vendidos como esclavos se vieron obligados a buscar oro en las minas y trabajar en las plantaciones.

Mientras era gobernador de lo que ahora es la República Dominicana, Colón mató a muchos nativos en respuesta a su revuelta, según History.com. Para evitar una mayor rebelión, hizo que los cadáveres desfilaran por las calles.

¿Qué carabela llegó primero a América?

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Santa María
Réplica de la Santa María de 1992 en el Muelle de las Carabelas, La Rábida, en Palos de la Frontera,
Banderas
Historial
Astillero Santander
Tipo Nao ​ ​ o carabela ​ (según fuentes)
Operador Armada Española
Destino Naufragio en la costa norte de la isla de Santo Domingo en 1492
Características generales
Desplazamiento 200 a 250 t ​
Eslora • Quilla : 19,9 m (69 pies de Burgos de 0,28 m) • Cubierta: 23,5 m (84 pies de Burgos)
Manga 7,3 m (26 pies de Burgos)
Puntal 3,4 m (12 pies de Burgos)
Calado • Máximo: 2,8 m (10 pies de Burgos) • Medio: 2,52 m (9 pies de burgos) • Mínimo : 1,68 m (6 pies de Burgos)
Aparejo • 3 mástiles y bauprés • Velas cuadradas en mayor, trinquete y cebadera • Vela latina en mesana • 5 velas ​
Armamento espingardas

La Santa María fue la mayor de las tres embarcaciones que Cristóbal Colón utilizó en su primer viaje al Nuevo Mundo en 1492, Fue fabricada con madera de Cantabria. Era propiedad de Juan de la Cosa, En los documentos originales se menciona que eran tres carabelas.

¿Qué país inventó el arcabuz?

Historia – El primer uso documentado del término arcabuz se remonta a 1364, cuando el señor de Milán Bernabò Visconti reclutó 70 archibuxoli, aunque quizás, en este caso, el término arcabuz se usa aquí como sinónimo de cañón de mano, ya que el arcabuz se desarrolló más adelante.

  1. ​ El primer uso a gran escala del arcabuz en un ejército europeo tuvo lugar en Hungría, bajo el reinado del rey Matías Corvino,
  2. Después de la caída de Constantinopla ( 1453 ), el rey Corvino, preocupado por la presión que pudieran ejercer los turcos otomanos, reunió en torno a él a lo mejor que las diferentes tropas de mercenarios europeos pudieran ofrecer, ya fuera en referencia tanto a las tácticas de guerra como al nuevo armamento militar.

Si bien el uso del arcabuz en las batallas a campo abierto no fue decisivo sino hasta finales del siglo XV e inicios del XVI, Corvino supo reconocer, al igual que los generales chinos de la Dinastía Ming, la importancia del uso masivo del arcabuz, lo que se refleja en el número de arcabuceros reclutados (1 de cada 4 soldados).

  1. No se sabe con seguridad si los primeros modelos de arcabuces provienen de España o de Alemania,
  2. No obstante, se sabe que en la década de 1420, en las guerras husitas (1419-1434), los rebeldes emplearon armas portátiles de fuego que al parecer eran unos primitivos arcabuces.
  3. Lo que es un hecho es que ya en el siglo XVI el uso del arcabuz se había vuelto reglamentario en casi todos los campos de batalla euroasiáticos,

Esto se debió principalmente al hecho de que la arcabucería resultó ser extremadamente útil contra la caballería y los soldados de infantería, especialmente cuando piqueros y arcabuceros batallaban conjuntamente. Fue en la batalla de Ceriñola (1503) la primera vez en que el resultado del enfrentamiento fue decidido por un grupo de arcabuceros. Bajo el mando de Gonzalo Fernández de Córdoba (llamado, por su excelencia en la guerra, el Gran Capitán ), la infantería española venció a las tropas francesas que dirigía el propio duque de Nemours, aun cuando del lado francés se encontraban los invictos piqueros suizos.

Fue también en este enfrentamiento donde Gonzalo Fernández de Córdoba aplicó nuevas tácticas en la batalla a campo abierto que sembrarían la semilla para lo que tiempo después serían los Tercios españoles. Sin embargo, también debían conocerse sus características, como que el arcabuz era sensible a la lluvia y al clima húmedo.

En la batalla de Villalar de 22 de abril de 1521, durante la Guerra de las Comunidades de Castilla, las tropas rebeldes de la Santa Junta experimentaron una derrota significativa ante las tropas realistas de Carlos I de España, en parte debido a que existía una alta proporción de arcabuceros en el bando comunero, durante una fuerte tormenta, que inutilizó sus armas.

​ Usado en combinación con la protección de picas, el arcabuz cambió la forma de hacer la guerra en Europa, En 1522 los españoles, con esta arma, destrozaron a los famosos cuadros de piqueros suizos en Bicoca, Después le llegó el turno a los caballeros con armadura medievales franceses en Nápoles, durante la batalla de Pavía ( 1525 ), que fueron fácilmente vencidos por los arcabuceros.

Fue después de esta batalla donde el arcabuz mostró sin lugar a dudas su eficacia, por lo que su empleo se propagó rápidamente entre los ejércitos europeos. Gracias a su uso, la infantería se convirtió en la “reina de las batallas” durante más de 4 siglos, hasta las primeras décadas del siglo XX,

¿Cuál fue la primera arma de fuego en el mundo?

Las primitivas armas de fuego consistían en un delgado tubo de metal (cañón), en el que una vez colocada la carga de pólvora se tapo- neaba en el lado correspondiente a la culata. A guisa de proyectil lanzaban piedras más o me- nos esféricas, o trozos de metal.

¿Qué tipo de armas usaban antes?

Armas del mundo antiguo – Las formas más tempranas de armamento fueron las lanzas de piedra con la punta envenenada. Hay registros de chinos que usaban armaduras de cuero y armas cortas hechas de jade, Las armaduras eran mayoritariamente de cuero de búfalo,

¿Qué tipo de armas se utilizaban en la guerra?

Con arreglo a lo dispuesto en el artículo 6 del Reglamento de Armas (Real Decreto 137/1993, de 29 de enero, BOE 55/1993), la adquisición, tenencia y uso por particulares de las armas de guerra esta prohibida. Se consideran armas de guerra Según determina el citado artículo se consideran armas de guerra las siguientes:

Armas de fuego o sistemas de armas de fuego de calibre igual o superior a 20 mm. Armas de fuego o sistemas de armas de fuego de calibre inferior a 20 mm., cuyos calibres el Ministerio de Defensa ha establecido como de guerra. Se incluyen dentro del grupo:

Armas de fuego de calibre igual o superior a 12,7 mm. que utilicen munición con vaina de ranura en el culote. Armas de fuego que utilicen municiones de los calibres:

5,45 x 39,5.5,56 x 45 (o su equivalente 223).7,62 x 39.7,62 x 51 Nato.

Armas de fuego automáticas, Municiones para las armas indicadas en el primer y segundo punto. Conjuntos, subconjuntos y piezas fundamentales de las armas y municiones indicados en los cuatros primeros apartados, así como, en su caso, sus sistemas entrenadores o subcalibres. Bombas de aviación, misiles, cohetes, torpedos, minas, granadas, así como sus subconjuntos y piezas fundamentales. Las no incluidas en los apartados anteriores que se consideren como de guerra por el Ministerio de Defensa.

No se consideran armas de guerra Aquellas armas de repetición que utilicen munición de tipo 308 Winchester de bala expansiva o munición del tipo 7,62 x 39 de bala expansiva para caza mayor.

¿Cuántos caballos llevaban los españoles?

¿Cuántas víctimas se cobró la conquista del imperio azteca a manos de Hernán Cortés? “Hechos grietas, desgarrados quedaron sus cuerpos. Todas las entrañas cayeron por tierra. Y había algunos que aún en vano corrían: iban arrastrando los intestinos y parecían enredarse los pies en ellos.

Anhelosos de ponerse a salvo, no hallaban a dónde dirigirse”. El relato es de la matanza del Templo Mayor en la fiesta Tóxcatl acometida por el ejército español y los tlaxcaltecas (uno de los pocos pueblos a los que los aztecas no habían logrado someter) en contra de los pobladores de Cholula en mayo de 1520, de la que dan cuenta los indígenas en náhuatl y los códices recuperados en la obra Visión de los vencidos, de Miguel León-Portilla.

Más información Es uno de los episodios más cruentos de la conquista de México y así lo identifican varios historiadores. La historia comenzó hace ahora 500 años, con la llegada de los españoles al territorio que ahora pertenece al Estado de Veracruz, en abril de 1519.

Hernán Cortés desembarcó con menos de 700 hombres y 16 caballos y yeguas según las crónicas del explorador Bernal Díaz del Castillo. Los códices de la época, las cartas de relación que el propio Cortés envió al emperador Carlos V y las numerosas crónicas de los navegantes y misioneros han ayudado a desvelar la serie de gestas desarrolladas de 1519 a 1521.

El encuentro de dos mundos marcado por la espalda, el escudo y la flecha. El investigador de la UNAM Federico Navarrete explica que los españoles demostraron siempre una capacidad de ejercer violencia que no tenía precedentes en la historia de Mesoamérica.

  1. Lo que querían era demostrarles a los indígenas que sus dioses eran falsos y qué mejor manera de mostrarles que sus dioses eran falsos que masacrándoles en estos santuarios”.
  2. El historiador y coordinador del proyecto de difusión digital Noticonquista, añade que la dominación española en el continente americano implicó la destrucción de una ciudad, Tenochtitlan, y casi el exterminio de la población.

A pesar de que Cortés llegó con tan pocos hombres en el momento de pisar México, ya en 1521, el año en que inicia el asedio de Tenochtitlan, contaba con el doble de efectivos y un contingente de más de 80.000 aliados indígenas, entre los que figuraban los tlaxcaltecas y huexotzincas.

Alejandro Rosas, divulgador de la historia, explica que Cortés no habría podido someter a un pueblo tan bélico como los aztecas si no hubiera contado con el apoyo de los vasallos. “Cortés llegó a un territorio poblado por naciones indígenas de las que casi todas eran tributarias o estaban sometidas a los aztecas”, comenta.

“Eso explica que la mayor parte de ellas, principalmente los tlaxcaltecas, se aliasen con Cortés. Estaban hartos del dominio azteca, de los tributos, del maltrato, de la guerra”, apunta. La investigadora de la UNAM Fernanda Valencia coincide en que, a diferencia de otros exploradores de la época, Cortés supo leer la coyuntura política que se vivía en Mesoamérica y tornar esta división interna en una ventaja para su proyecto de conquista.

De la mano de estas alianzas, Cortés consiguió vencer a Tenochtitlan, el epicentro del imperio mexica. Los expertos calculan entre 150.000 y 300.000 habitantes en la capital mexica. La ciudad, que los mismos exploradores comparaban en grandeza con Venecia, sucumbió ante el cerco de más de 80 días que emprendieron los conquistadores, de mayo a agosto de 1521.

Del análisis de los relatos, las pinturas y el patrimonio oral se ha deducido que murieron más de 240.000 indígenas durante este trance, casi todos ellos parte de la nobleza azteca. “Este fue el modo como feneció el mexicano, el tlatelolca. Y ya no teníamos escudos, ya no teníamos macanas, y nada teníamos que comer, ya nada comimos.

  • Y toda la noche llovió sobre nosotros”, describe un relato anónimo de Tlatelolco redactado en náhuatl hacia 1528.
  • En una especie de tormenta perfecta, las epidemias jugaron en contra de los aztecas.
  • Cuando Hernán Cortés pisó suelo mexicano en 1519 vivían en el actual territorio mexicano entre siete y once millones de indígenas, según el cálculo de los expertos.

En 1576, en cambio, el censo estimado era de cuatro millones de indígenas. Al término del siglo XVI, apenas quedaban ya dos millones. Ese descenso, atribuible en parte a las guerras y la explotación, se debió sobre todo a las epidemias. Los indígenas desconocían aquellos males, pero les dieron nombre.

  1. Los mexicas llamaron “hueyzáhuatl” quizá a la viruela, o “hueycocoliztli”, en general, a la pandemia.
  2. La peste ocasionó la muerte de entre un 60% y un 80% de los indios en menos de 80 años.
  3. No podía acostarse cara abajo, ni acostarse sobre la espalda, ni moverse de un lado a otro.
  4. Y cuando se movían algo, daban de gritos.

A muchos dio la muerte la pegajosa, apelmazada, dura enfermedad de grano”, describen los estudiantes indígenas de fray Bernardino de Sahagún en un escrito de 1528. Pero la sombra de la muerte también planeó sobre los asentamientos españoles. Díaz del Castillo da cuenta de las decenas de sacrificios que realizaron los indígenas con los españoles que lograban capturar después de cada batalla.

Después de meses de batallas, el imperio azteca reconoció su derrota en agosto de 1521 a manos de los españoles, pero también de sus antiguos vasallos, quienes prefirieron pactar con los extraños “de carnes blancas y barba larga” antes que regresar al periodo de explotación y pago de tributos de los aztecas. Los indígenas del centro de Mesoamérica redactaron en náhuatl algunos “cantos tristes, elegías en su lengua náhuatl sobre la muerte de sus tlatoanis, la caída de sus guerreros y los últimos días de Tenochtitlan, durante casi dos siglos cuna de la nobleza mexica: Destechadas están las casas enrojecidos tienen sus muros. Gusanos pululan por calles y plazas, y en las paredes están salpicados los sesos. Rojas están las aguas, están como teñidas, y cuando las bebimos, es como si bebiéramos agua de salitre.

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte : ¿Cuántas víctimas se cobró la conquista del imperio azteca a manos de Hernán Cortés?

¿Cómo se llaman las armas de los nómadas?

Un grupo de investigadores de la Universidad de Washington han recreado las puntas que usaban los grupos nómadas y descubren que eran más eficaces de lo que hasta ahora se pensaba – Los tres tipos de puntas prehistóricas reconstruidas Arqueólogos de la Universidad de Washington han recreado las armas usadas por los cazadores-recolectores en el Ártico hace unos 14.000 años, posterior a la Edad de Hielo, y han descubierto que eran mucho más efectivas y letales de lo que se pensaba.

Se trata de una investigación, publicada en el «Journal of Archaeological Science», realizada por Janice Wood, graduada de antropología de Universidad de Washington, y Ben Fitzhugh, profesor de antropología del mismo centro. El objetivo era buscar pistas acerca de cómo estos primeros seres humanos consiguieron avances en tecnología y cómo esos adelantos también aportan claves sobre la migración humana, los climas antiguos y el destino de algunas especies animales, de acuerdo con EP.

Así, decidieron estudiar el primer registro arqueológico de Alaska, que data de una época posterior a la Edad de Hielo (que comenzó hace 110.000 años y finalizó hacia el 10.000 a.C. y fue la última de las cuatro glaciaciones del Pleistoceno). Los grupos nómadas de aquellos tiempos buscaba n plantas y bayas de temporada, cazaban caribú, renos y otros animales para comer, generalmente con lanzas o dardos.